martes, 14 de agosto de 2012

LECTORAS: AVISO IMPORTANTE.

Lectoras;
Hasta ahora habéis estado leyendo la novela de "Tan solo una salida" en este blog, pero he decidido crear otro para poder subir ahí todas mis novelas, ya que muchas quieren leer otras cosas que he escrito, ya sean realtos, novelas, shorts o historias que están en distintas páginas.
He creado este blog http://itsnuriasomeday.blogspot.com.es/ en el que seguiré publicando esta novela, y pronto subiré también ahí mis otras novelas y relatos, de forma que podáis acceder a todo desde una misma página.

Con esto quiero decir, que este blog queda abandonado. No seguiré publicando aquí la novela, por lo que podéis olvidar este blog y guardad el otro.

PUBLICARÉ AHÍ LA NOVELA. 
REPITO; ESTE BLOG QUEDA SIN USO, TRASLADO LA NOVELA A http://itsnuriasomeday.blogspot.com.es/.

GRACIAS.
-NS.

jueves, 9 de agosto de 2012

{Capítulo 9}



Al entrar Justin parece tenso al principio, pero tras ver que la gente pasa a nuestro lado sin prestarnos atención se relaja y vuelve a sonreír.

-¿Dónde quieres ir? –me pregunta mientras subimos las escaleras mecánicas.
-A la tienda de cinturones.
-No, enserio.
-Lo digo en serio, quiero regalarte un cinturón.
-¿Tanto te molesta que no use cinturón? –pone los ojos en blanco.
-No, me gusta –me muerdo el labio- pero quiero regalarte uno, por si algún día quieres cambiar.
-Bah, como quieras –se da por vencido- pero con una condición.
-Me conozco yo tus condiciones –bufo- así que no.
-Vamos –hace un puchero- por favor.

Dudo un momento y entonces le dejo hablar.

-Déjame comprarte algo a ti también –entrelaza nuestros dedos.
-No quiero que me compres nada.
-Tú vas a hacerlo –me reprocha.
-Pero es solo un cinturón, además, no es lo mismo.
-¿Y por qué no?
-Porque yo no soy millonaria.
-Eso da igual.
-No –espeto.
-Déjame hacerlo –insiste.
-No.
-Si.

Tras una discusión que termina en risas, decido dejarle elegir lo que él quiera. Esa es la condición. Un cinturón a cambio de que yo le deje elegir un regalo para mí. Aunque no lo veo un buen trato, ya que un cinturón no es nada… tengo que darle la razón. Porque él es Justin.


Entramos a la tienda y elijo mi cinturón, es una de esas tiendas traídas del extranjero en las que hay miles y miles de cinturones y zapatos de piel y colores por todas partes. Me gusta esta tienda. Siempre me ha parecido divertida. Pasamos allí unos veinte minutos.  Le pido al dependiente que lo envuelva en papel de regalo y volvemos a salir.

-¿Por qué le has dicho que lo envuelva? –pregunta divertido una vez fuera de la tienda.
-Siempre me ha gustado envolver cosas, cuando era pequeña incluso le pedía a la señora del quiosco que me envolviera los chicles –río al recordarlo.
-Vaya, eso es un buen dato –ríe conmigo.

Ahora es Justin el que me guía. Paseamos por todo el centro comercial y cuando creo que ya no queda nada más por ver. El se para enfrente de un escaparate.

-Justin, no –le digo al instante.

Estamos en una tienda de joyas contra mi voluntad. Miro al interior del escaparate y veo los escandalosos precios de anillos, pulseras y collares de oro y plata.

-Es mi condición, recuerda.
-¿Y no puedes comprarme unas palomitas? ¿O unos zapatos? –le reprocho.
-Quiero comprarte algo que puedas llevar siempre. Quiero que te acuerdes de mí.
-Es imposible no hacerlo.
-Lo sé, pero por si acaso –ríe.
-Pues cómprame unos chicles y los cuelgo en la pared.
-Mi condición –dice, y entramos en la tienda.

Justin sujeta mi mano mientras se para delante del mostrador y una chica joven nos atiende con traje elegante. Miro a mi alrededor y noto que todo tiene un aire muy… caro.

-Buenas tardes –sonríe Justin- estaba buscando algo para ella –la chica me mira y sonríe.
-Vaya –pone las manos sobre el mostrador- eres una chica con suerte. ¿Qué estás buscando exactamente?
-No lo sé –murmuro- algo no muy caro.
-Eso no es problema –interviene Justin dirigiéndose a la chica- enséñanos lo más bonito.

La chica asiente y desaparece tras una puerta de cristal en la tras tienda.

-Justin, todo esto no me gusta. Sabes que no soy de esas –gruño.
-Es solo un detalle –sonríe- no te enfades.
-Está bien, dejaré que me compres una joya –sonrío- pero con una condición.
-¿Cuál? –me mira.

La chica vuelve a aparecer con varias cajas de cuero y piel en un pequeño carro dorado.

-Ya sé lo que quiero –le sonrío a la chica.
-¿Y bien? –deja las cajas sobre la mesa.
-Quiero algo que sea para los dos –señalo a Justin- algo que tenga dos piezas. Una para el –sonrío- y otra para mí.
-¿Te refieres a un amuleto? –Cierra la caja que antes había abierto metiendo un rolex de oro de nuevo en el carro- ¿para enamorados?
-Exacto –intento disimular el rubor que ahora corre por mis mejillas. 

“Enamorados”, parece que todos lo ven excepto nosotros.

Veo como Justin me mira asombrado. Sé que eso no se le habría ocurrido a el, y me alegro. Si quiere comprarme algo, que sea también para él. Y que signifique algo también. La chica vuelve a desaparecer tras la puerta.

-Tampoco quiero que tú te olvides de mí –le susurro.
-Jamás –sonríe.


Al final acabamos comprando una especie de collar de plata, con un medio corazón en cada parte incrustado en una insignia con un diamante en el centro. Justin manda grabar nuestras iniciales en ellos y esperamos tan solo veinte minutos antes de pasar a recogerlos. Veinte minutos que aprovechamos para tomar un helado.

-Aquí tienes –la chica pone los collares sobre el mostrador dentro ya de dos cajas de piel.
-Me encanta –dice Justin mirando fijamente nuestras iniciales.
-A mi también –sonrío resignada. La verdad es que son preciosos.

Justin paga demasiado dinero por ellos y los mete en la bolsa también de aspecto caro que nos han dado.

-¿Podemos salir fuera? –me dice.
-En la planta de abajo hay unos jardines. Es donde están las cafeterías.
-Perfecto.

Salimos y Justin me arrastra hasta un pequeño jardín. Se sienta en un banco y me sienta a mí con él. Coge la bolsa y saca uno de los collares.

-Déjame ponértelo –murmura.
-Vale –contesto dándome la vuelta para que pueda abrocharlo. Aunque es largo.

Me lo pone, y después saca el suyo para hacer lo mismo.

-Sigo pensando que es demasiado –le digo mientras miro su collar.
-Es perfecto.

Ambos quedamos en silencio durante un largo rato, observándonos sin saber que más allá de nosotros dos hay más personas. Más gente que nos mira sin saber que entre esos dos jóvenes hay algo más fuerte que una amistad. Algo incluso más fuerte que un amor. Esos dos chicos se complementan de una manera tan especial y extraña, que me resulta casi insultante que pasen por nuestro lado sin percatarse de que uno no existiría sin el otro.

Pasamos el resto de la tarde en el centro comercial. Decidimos ir a dar una vuelta por la planta alta y acabamos entrando en un salón de juegos del que tardamos en salir varias horas. Justin me reta a una partida con mandos asegurando que es el mejor. La verdad es que nunca me han gustado demasiado los videojuegos, pero siento la necesidad de ganarle. De ganarle para que sepa que aunque sea una superestrella, a mi lado es un chico normal. Un chico que puede perder en un juego contra su mejor amiga, o al menos su mejor… confidente.



Recuerdo la primera vez que le demostré a Justin que no era tan diferente a él. Que a pesar de que era una chica invisible para todos podía demostrarle estar a la altura. También recuerdo que en ese mismo momento el me demostró ser un chico cualquiera. Siempre había dado por sentado que cualquier famoso, y más de su talla, sería un arrogante y una de esas personas a las que siempre había odiado de pequeña. Puede que ese fuera el detalle que me hizo enamorarme de él. Que fuera tan sencillo. Que simplemente fuera Justin. El chico canadiense con ganas de hacer amigos de verdad.

Tras ganar a Justin en la partida con los videojuegos, decidimos volver a casa, no sin que antes Justin decida salvar su ego ganándome un peluche tamaño gigante para demostrar que sigue en forma. Cuando lo hace, nos vamos en busca de su coche a los aparcamientos, y a pesar de que ya es casi de noche y queda poca gente en el centro comercial, los individuos miran al pasar a un oso rosa chillón  que nos dobla el tamaño, y a dos chicos tras el intentando transportarlo. Definitivamente hoy no hemos pasado desapercibidos.
Metemos el oso en la parte de atrás del coche de Justin a empujones y el arranca. Durante el viaje de vuelta no hablamos demasiado. Me dedico a pensar en que me queda poco tiempo para estar a su lado, y sé que él piensa lo mismo porque miro de reojo su expresión, que está seria por primera vez en todo el día, pero me niego que esta sea nuestra despedida. No así.

-Esto no es el final –le digo.
-Lo sé –aprieta más sus manos contra el volante- pero no quiero irme.
-Yo tampoco quiero que te vayas –aseguro- pero no creo que tus fans pasen por alto que desaparezcas.
-En momentos como estos es en los que odio ser quien soy –me mira un segundo, antes de volver a posar sus ojos en la carretera.
-No hagas esto –le digo seria.
-¿El qué?
-Acabar así el día. Quiero que te vayas con una sonrisa. Quiero recordar este día perfecto –fijo mi mirada en sus ojos a través del retrovisor- y hasta ahora lo ha sido.

Sin decir nada más el coche se detiene. Miro hacia mi derecha y veo que ya estamos frente a mi casa. Justin me mira y vuelve a sonreír comprendiendo mi petición.

-¿A qué hora sale tu avión?
-A las doce.

Miro el reloj, y noto que de repente vuelvo a relajarme.

-Solo son las ocho –sonrío animada- todavía nos quedan cuatro horas.
-Cuatro horas que pienso pasar a tu lado.
--------------------------------------------------------------

jueves, 2 de agosto de 2012

{Capítulo 8}


Justin mete un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia mi y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino hacia el restaurante.

Bueno, déjenme contarles una historia,
De una chica y un chico,
El se enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto.


Mientras escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no ponerme a llorar.


Recuerdo el día en el que Justin me llamó para decirme que había acabado. Que por fin su disco estaba terminado y pronto saldría a la venta. Recuerdo que era de noche. Yo estaba ya metida en la cama y Justin pasó horas contándome la historia de cada canción.

#Flashback.

-Believe es la canción que he escrito a mis fans. Quería decirles que sin ellas yo no estaría hoy aquí. –Estaba ilusionado.
-Oh Justin, me alegro de que lo hayas acabado. De verdad –le contesté- pero quiero que me dejes escucharlo antes de que salga a la venta.
-Mmm, creo que si hago eso me matarán –rió- Scooter me ha advertido que nadie puede escucharlo o tendremos problemas.
-Pero yo soy especial –bromeé sin darle importancia a lo que acababa de decir, pero Justin se lo tomó muy enserio.
-Si, lo eres –sonrió al otro lado. Y por eso escribí una canción para ti.

En ese momento recuerdo haberme quedado helada durante un momento. No podía créelo. No quería creer que todo esto fuera tan especial como para que Justin se hubiera molestado en escribirme una canción.

-¿Lo dices en serio? –Intenté calmarme- necesito oírla. Ahora.
-Tú eres mi inspiración, Sweden. Lo sabes ¿verdad?
-Lo sé –le dije, temblando bajo mis sábanas.
# Fin flashback.


Que soy quien va a hacer que te enamores,
Sé que has alzado un muro a lo largo de tu corazón,
No vas a tener miedo, oh, mi amor,
Pero no podrás volar, a menos que esto te lo permita,
No podrás volar, a menos que esto te lo permita, así que cae...



Sigo dándole indicaciones a Justin para poder llegar al restaurante que hemos elegido para comer. Le miro, con sus gafas y su gorra de los Yankees. Es perfecto.


Bueno, puedo decir que le temes a lo que podría hacerte,
Porque tenemos una amistad tan grande la cual tú no quieres perder,
Bueno, yo tampoco quiero perderla,
No creo que pueda quedarme sentado mientras tu sufres, nena,
Vamos, toma mi mano,
¿Sabías que eres como mi ángel que olvidó como volar?
¿Sabías que me parte el corazón cada vez que te veo llorar?
Porque sé que duele si él se ha ido
Y se apoya del hombro en el que estás llorando,
Y espero que para cuando haya terminado con esta canción,
Te hayas dado cuenta.


Justin aparca el coche y me mira antes de disponerse a abrir la puerta para bajar, pero yo no quiero hacerlo. Necesito decirle una cosa. Antes tengo que hacerlo.

-Justin –le paro- espera.

Él vuelve a cerrar la puerta y se quita las gafas.

-Gracias por todo lo que has hecho por mí desde que nos conocemos. Gracias por estar siempre que te he necesitado y por haberme hecho volver a ser feliz.

Veo que sus ojos brillan, pero no dice nada. Solo extiende su mano para que yo la agarre.

-No sé qué haría sin ti –sonrío intentando no llorar.
-Bueno, déjenme contarles una historia –comienza a cantar como si nada.
-De una chica y un chico –le sigo.
-El se enamoró de su mejor amiga. –Me mira fijamente, y sé que lo que dice es cierto.
-Cuando él está cerca, ella no siente otra cosa que felicidad.

Y así, sin más. Justin vuelve a acercarme a el, y me besa. Pero esta vez nuestro beso es lento. Esta vez ambos estamos realmente sintiendo cada segundo. Esta vez sabemos que debemos estar juntos. Tras unos segundos él se separa.

-Te quiero, Sweden.
-Yo también, Justin.


Al entrar el restaurante, un camarero asiático nos atiende muy simpático. Le pedimos una mesa lo más alejada posible y le seguimos. Lo que me gusta de los restaurantes chinos, es que cada mesa está separada por unos cristales o paredes de madera que te dan intimidad. Puede que por eso haya elegido este sitio.

Nos sentamos en una mesa de dos, uno frente al otro. Y después de inspeccionar durante un momento el lugar, Justin se quita la gorra y las gafas. El camarero se acerca a nosotros sin dejar de sonreír.

-¿Qué van a quelel? –dice con su acento.

Justin me mira, pero yo no sé que tomar.

-Pueden elegil el menú pala enamolados –sonríe.

Ambos nos miramos y noto como Justin coge mi mano bajo la mesa.

-Si –contesta- tomaremos eso.

Diez minutos más tarde nos sirven la comida.

-¿Sabes? –Dice Justin, mientras da un sorbo a su bebida- Mi madre me dijo que te echa de menos. Dijo que quería que te llevara a California un día de estos.
-Yo también la echo de menos, desde el verano pasado no he vuelto a verla.
-Eso tiene solución –sonríe- solo tendríamos que hablar con tus padres.
-Sabes que mis padres casi nunca están en casa –ahora miro fijamente mi plato- a veces pienso que lo hacen a posta, para no verme.
-No digas tonterías Sweden. Tus padres te quieren.

Tras terminar de comer, Justin le deja una gran propina al camarero para agradecerle su hospitalidad. Salimos a la calle y Justin vuelve a disfrazarse ocultando su cara. Ahora estamos en las afueras, y aquí si hay que llevar cuidado.

-¿Qué quieres hacer ahora? –sonríe cogiendo mi mano.
-No creo que podamos pasear por aquí sin que alguien sospeche.
-Tranquila –me dice- no pasa nada. Vamos a donde quieras.
-Mmm –pienso un momento- ¿centro comercial? –le digo, y al momento me arrepiento. Un centro comercial significa mucha gente. Pero eso a él parece darle igual.

Justin sonríe y afirma con la cabeza. Sin decir nada más me rodea con su brazo y comenzamos a andar hacia allí.

Al entrar Justin parece tenso al principio, pero tras ver que la gente pasa a nuestro lado sin prestarnos atención se relaja y vuelve a sonreír.

-¿Dónde quieres ir? –me pregunta mientras subimos las escaleras mecánicas.
-A la tienda de cinturones –sonrío.
-No, enserio.
-Lo digo en serio –río- quiero regalarte un cinturón.
-¿Tanto te molesta que no use cinturón? –pone los ojos en blanco.
-No, me gusta –me muerdo el labio- pero quiero regalarte uno, por si algún día quieres cambiar.
-Bah, como quieras –se da por vencido- pero con una condición.
-Me conozco yo tus condiciones –bufo- así que no.
-Vamos –hace un puchero- por favor.

Dudo un momento y entonces le dejo hablar.

-Déjame comprarte algo a ti también –entrelaza nuestros dedos.
-No quiero que me compres nada.
-Tú vas a hacerlo –me reprocha.
-Pero es solo un cinturón, además, no es lo mismo.
-¿Y por qué no? –pregunta.
-Porque yo no soy millonaria.
-Eso da igual.
-No –espeto.
-Déjame hacerlo –insiste.
-No.
-Si.

Tras una discusión que termina en risas, decido dejarle elegir lo que él quiera. Esa es la condición. Un cinturón a cambio de que yo le deje elegir un regalo para mi. Aunque no lo veo un buen trato, ya que un cinturón no es nada… tengo que darle la razón. Porque él es Justin.
--------------------------------------------

lunes, 30 de julio de 2012

{Capítulo 7}


-Siento mucho lo de Scott.
-No pasa nada, tú no tienes la culpa de que sea un imbécil –noto que su mandíbula se tensa al recordarle, pero sonríe de todas formas- además, yo soy el que tiene que pedirte perdón.
-¿Por qué?
-No debería haber actuado así. Cuando nos encaramos y tú te metiste en medio, debería haber parado de inmediato. Podría haberte hecho daño.
-No lo hiciste.
-Ya sé que no lo hice, pero tuve miedo –traga saliva- por ti.
-No tienes que tenerlo, Justin.
-No quiero que ese tipo se acerque a ti. No quiero que vuelva a hacerte daño nunca más. No quiero que te mire, porque si me entero de que vuelve a ponerte una mano encima yo mismo le arrancaré la cabeza.
-Solo vino porque tú estabas conmigo –le aseguro- hace meses que no se acercaba a mí.
-No me gusta.
-Lo sé –pongo mi mano sobre la suya, que descansa apoyada en el césped y noto que está tenso de nuevo.
-Si te pasara algo… -ahora baja la mirada hacia mí, y yo la alzo para encontrarme con sus ojos- no sé qué haría.
-Mientras tu estés aquí no va a pasarme nada –sonrío.
-Porque no voy a dejar que te pase –y sus labios vuelven a dejar ver dos filas de perfectos dientes blancos que relucen al sol.

Y ya no hay más palabras. Ninguno de los dos intenta llenar el vacío que ahora se ha formado. Ninguno de los dos se molesta en intentar cambiar el mas mínimo detalle de ese momento. Justin me mira intensamente mientras sonríe de la forma más dulce que se pueda imaginar, y yo le miro mientras intento no perderme en sus ojos. Pero no funciona.

Ambos estamos sobre el césped, prácticamente estoy perdida en los brazos de Justin, que me rodean. Su mano derecha reposa sobre la mía y ahora noto como Justin comienza a acercarse despacio. Se lo que intenta, y yo también lo quiero, pero no estoy segura de que todo esto esté bien.

-Justin… -susurro casi en su boca. Estamos muy cerca, de nuevo.

Este no dice nada, simplemente se limita a seguir avanzando hacia mí, estoy segura de que en cualquier momento nuestros labios se rozarán, y yo estaré perdida.

-Justin, no… -repito, pero casi no puedo hablar.

Veo como él retrocede apenas unos centímetros y me observa.

-Haz lo que tu corazón te pida –susurra- solo eso.
-Pero…
-No pienses –dice.

Y ahí decido dejarme llevar. Llevo demasiado tiempo soñando con este momento. Demasiado tiempo esperando que algo como esto me pasase, y ahora tengo miedo.

-Tranquila –susurra, y esa es su última palabra antes de besarme.

Al principio tengo miedo. Miedo de que algo pueda salir mal, miedo de que no le guste, de que no sepa reaccionar a esto. Pero cuando sus labios rozan los míos, como por instinto… responden. Noto la respiración de Justin y sé que no puede aguantar un minuto más. Ha alargado demasiado este momento intentando que sea perfecto, y lo ha conseguido.

-Bésame –le pido.

Y así lo hace.

Ahora más fuerte, más rápido. Ahora más ardiente.

Nuestros labios se chocan y logran unirse de una vez por todas, pero ya no se vuelven a separar. Puedo notar sus labios húmedos y cálidos sobre los míos. Me dejo llevar y es como si esto hubiera pasado millones de veces. Y lo ha hecho… en mis sueños.

Siento a Justin ahora más cerca de mí, el miedo que antes sentía se convierte en deseo. Deseo por él, por su boca. Noto su lengua abrirse paso hasta encontrar la mía y ambas se acarician una y otra vez. A partir de ese momento el tiempo se para y no sé donde estoy. Solo le siento a él.

Sé que Justin desea lo mismo que yo, porque puedo notar el calor que desprende su cuerpo y también oigo los latidos de su corazón a mil por hora. Su aliento se hace cada vez más fuerte. Sus manos ahora agarran mis caderas llevándome sobre él. Queda entonces él tendido sobre el césped, y yo sobre sus caderas. Me agarra más fuerte, haciendo que nuestros cuerpos solo sean uno. Intensifica el movimiento de nuestros labios a medida que pasa el tiempo y los dos sentimos que el calor sube. Y es ahí, entonces, en ese momento… cuando lo noto. Algo debajo de mi se vuelve duro justo en la entrepierna de Justin. Y sin poder evitarlo se me escapa un gemido. Pienso que todo esto es una locura. Justin está excitado. Yo lo estoy. Me aprieta aún más hacia él y sé que si no hago algo acabaremos en la comisaría por escándalo público. Cualquiera diría que estamos fuera de control. Y es que así es. Y Justin cada vez está más y más excitado, o eso me dicen sus pantalones. Esto es una locura. Llevábamos demasiado tiempo deseándolo. Y cuando estoy a punto de perder el control, como si Justin lo notase, como si supiera que si no nos separamos acabaremos haciéndolo aquí mismo, el beso acaba.

El no dice nada. Yo tampoco. Le miro y él me mira también. El aliento sale entrecortado de su boca y cierra los ojos un momento para volver a retomar el control de sus actos, sin separarse ni un centímetro de mi. Yo sigo inmóvil.

-¿Estás bien? –logro murmurar entre sus brazos.

Sus ojos se abren y vuelvo a ver su sonrisa.

-Estoy bien.

Y puedo ver en su cara que a pesar de que ambos hemos deseado más, estamos felices de haber podido por fin tomar lo que estábamos buscando. Extiendo mis brazos sobre el césped para levantarme pero Justin me lo impide. Al principio pienso que no quiere dejarme, pero cuando sus ojos se desplazan hasta sus pantalones y sonríe avergonzado, lo comprendo.

-Lo siento –puedo ver el rubor en sus mejillas mientras me mira.
-¿Por qué? –sonrió.
-Yo…
-No tenemos tres años –le digo- tranquilo.

Me levanto dejándole tirado ahí, y me sacudo el césped de mis shorts vaqueros recién estrenados. Justin también se levanta pasados unos minutos, y vuelve a mirarme sin saber muy bien qué hacer. Ese típico momento incómodo que te invade cuando acabas de besar a la persona que tanto tiempo habías buscado. Cuando todo está dicho y las palabras no bastan para expresar lo que sientes. Se hace el silencio. Un silencio que no queremos romper, y que tampoco sabemos cómo hacerlo. Justin me mira y extiende sus brazos llamándome. Me abraza y sonrío de nuevo.

-¿Tienes hambre? –digo, volviendo a la realidad.
-La verdad es que si –me suelta- ¿Qué quieres hacer?

Ambos estamos aún nerviosos por lo que ha pasado, pero nos sentimos bien.

-Podríamos ir a comer a algún sitio...
-¿Restaurante? –se muerde el labio.
-¿Chino? –le imito.
-Me encanta el chino.
-Conozco un restaurante que está a las afueras, pero tendremos que ir en coche.
-No hay problema –coge mi mano y comienza a andar- vamos a por el mío.



Al entrar a su coche, tras haber repetido el trayecto de esa misma mañana sin ningún incidente, noto un olor a frutas frescas.

-Huele muy bien –le digo, cerrando la puerta.
-Tú también hueles muy bien –ríe.
-Me refería al coche –bufo.
-Si, bueno –arranca y se pone sus gafas de sol- ¿Dónde hay que ir?
-Pon música –le pido.
-Está bien, pero dime donde hay que ir.
-Primero pon música –insisto.

El enciende la radio y vuelve a mirarme.

-¿Y bien? –pone sus manos sobre el volante.
-Quiero escuchar mi canción.
-¿Tu canción? –Hace una mueca- no sé de qué me hablas. Yo no he hecho ninguna canción para ti.
-Si, ya –río.

Justin mete un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia mí y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino hacia el restaurante.

Bueno, déjenme contarles una historia,
De una chica y un chico,
El se enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto.

Mientras escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no ponerme a llorar.
----------------------------------------------------------------

sábado, 28 de julio de 2012

{Capítulo 6}


-No te separes –susurra en mi oído.

Y sé que estoy y he estado siempre en lo cierto. Me quiere de la misma forma que yo le quiero a él. Siempre me ha querido. Siempre le he querido. Y ahora me siento una idiota por no haberlo sabido antes. Por no haber intentado que esto funcionara. Por no haber luchado más por él.

-Vale –respondo también en su oído en un susurro casi inteligible.

Justin aleja sus brazos un momento, para luego posar sus manos sobre mis caderas y atraer mi cintura hacia él. Los dos quedamos pegados y entonces comprendo lo que está buscando.

Noto como el cuerpo de Justin desprende calor. Sus manos me atraen cada vez más hacia él hasta el punto en el que nuestros cuerpos chocan y me veo pegada al suyo. Este no mueve sus manos, sino que las aprieta un poco más sobre mis caderas, como si quisiera entrar en ellas. Alzo la vista y me encuentro directamente con sus ojos color miel, que me miran fijamente buscando algo que no se si estoy preparada para darle.

Pienso durante un momento en lo qué se supone que está pasando pero es imposible. Mi mente está en blanco. Solo puedo verle a él. Sus ojos, solo puedo sentir su cuerpo contra el mío y sus manos ejerciendo fuerza sobre mis caderas. Justin comienza a acercar su cara hacia la mía y yo no puedo moverme. En un momento siento su aliento y yo también dejo escapar el mío haciendo que choquen. 

Escasos milímetros separan nuestros labios de lo que parece inevitable. Como un acto reflejo desplazo mi mano hacia su cuello mientras noto que el calor me invade. Sé que él puede ver que estoy nerviosa. Sé que puede sentirlo. Pero yo también lo siento. Justin sonríe dejando ver sus perfectos dientes y entonces, cierra los ojos haciendo que su nariz roce la mía. Nuestros labios se tocan durante un momento y entonces retrocede, solo un milímetro, para después coger impulso y prepararse para sumergirse de lleno en mi boca, que le espera ansiosa. Pero no lo hace. Porque en ese momento ambos sentimos algo que nos sobresalta. A mi más que a él. De repente me quedo muy quieta. Noto que algo vibra en la parte de arriba de sus pantalones. Un movimiento que hace que no sepa si alejarme o quedarme inmóvil. Justin se asusta y retrocede entonces haciendo el trabajo de los dos. Sonríe y aparta sus manos de mis caderas. Veo que su cara ahora se torna burlona.

-Es el móvil –susurra todavía lo bastante cerca de mí como para que note su aliento.

Me alejo de él para dejar que conteste, pero no lo hace. Había pensado mal. Solo es el móvil. Sweden, estúpida. Él lo sabía. Veo que lo saca del bolsillo aún con una mano sobre mí y lo pone en silencio sin ni siquiera mirar quien está llamándole. Vuelve a meterlo en su bolsillo y me atrae de nuevo hacia él.

-Tranquila –murmura- no es nada.

Veo que vuelve a repetir los anteriores pasos y me pega contra él mientras fija sus ojos en mis labios. El móvil ha dejado de sonar para después volver a hacerlo. Tiene que ser importante así que me separo para romper la tensión que se ha creado.

-Contesta –susurro obligándome a separarme de él.
-No importa –hace una mueca- ven.
-No, contesta –esto es ridículo- hazlo. Tranquilo.

Y Justin, contra su voluntad lo saca del bolsillo para ver que sigue sonando.

-¿Quién es? –se lo lleva a la oreja sin ganas.

Yo separo mi cuerpo del suyo, pero él no deja que me aleje, así que me apoyo sobre sus rodillas y me quedo fijamente mirando el césped de espaldas a él, mientras él juega con los dedos de mi mano derecha. Entrelazando uno y después el otro con los suyos.

Puedo oír a quien está al otro lado ya que estoy cerca. Es un chico. Joven, al momento reconozco la voz.

-Ryan, ¿Qué quieres? Estoy ocupado –murmura Justin.
-Quería saber dónde estabas, has desaparecido. Creía que ibas a venir a Canadá esta semana –reprocha la voz.
-No he podido –responde Justin- ahora estoy en España, pero dentro de unos días volaré a Stratford.
-¿Qué demonios haces en Esp… -y entonces el silencio se hace durante unos segundos- estás con ella ¿no? –parece molesto.
-Lo estoy –responde él, y puedo ver por el rabillo del ojo que esboza una sonrisa.
-Scooter me llamó esta mañana para preguntar si estabas conmigo.
-Solo mi madre sabe que estoy aquí.
-Te estás jugando mucho, Justin –la voz de Ryan es grave.
-Es mi semana libre ¿vale? –Ahora Justin parece ponerse serio- puedo hacer lo que quiera. Y ya sabes por qué estoy aquí. –guarda silencio durante un momento- ya sabes que no me han secuestrado ¿algo más? Estaba en medio de algo importante.
-Solo quería saber que estas bien –la voz de Ryan se torna dulce al ver que a su amigo le ha molestado ese último comentario- ¿estás con ella ahora mismo?
-S-si.
-¿Puedo saludarla? –me parece oír una pequeña risa nerviosa al otro lado del teléfono, pero no estoy segura.

Me doy la vuelta para mirar a Justin a la cara y este sonríe tendiéndome el móvil. Lo cojo nerviosa y espero a que hable.

-¿Hola? –Dice la voz- ¿Sweden? –se que sonríe.
-Hola Ryan, ¿Qué tal? –me relajo al ver que no está molesto por haber secuestrado a su amigo.

Conocí a Ryan una semana después de encontrarme con Justin en Atlanta. Recuerdo que Justin fue a buscarlo al aeropuerto para que pasara unos días con él y me lo presentó esa misma tarde. También recuero que tuvieron una pequeña discusión ya que Ryan parecía especialmente interesado en mí, pero Justin no quería que aquello llegara a más. No entendí muy bien el por qué… hasta ahora.

-Bueno, ya nos veremos –dice él tras unos minutos de conversación- pásame a Justin.

Sin decir nada más, le devuelvo el teléfono a Justin y sonrío al ver que no hay ningún problema entre ese chico y yo.

-Tengo que dejarte, ya te llamaré cuando llegue a California ¿vale? –dice Justin mientras noto que me mira fijamente, aunque yo vuelvo a estar de espaldas.
-Está bien. Ten cuidado con lo que haces.

Justin cuelga y mete el teléfono a su bolsillo.

-Vamos al césped –dice dirigiéndose al mismo sitio en el que habíamos estado antes de que Scott nos interrumpiese.



-Creo que a Ryan no le caigo bien –digo mientras apoyo mi cabeza sobre el pecho de Justin una vez nos hemos acostado sobre el césped fresco.
-Claro que le caes bien –me rodea con su brazo- es solo que te tiene algo de envidia porque te veo más a ti que a él.
-¿Y por qué?
-Bueno, Ryan y yo somos buenos amigos, pero él sigue en el instituto y siempre está liado con sus cosas. Voy a verle cuando tengo un hueco.
-Cuando tienes un hueco y no estás aquí –sonrío.
-Exacto –me devuelve la sonrisa.

Durante los próximos diez minutos permanecemos callados, ambos mirando al cielo y pensando en lo que hace un rato podría haber pasado. Miro de reojo a Justin y veo que sonríe. Siempre recuerdo a Justin así. Sonriendo. La mayor parte del tiempo que estamos juntos lo hace, y por eso me encanta.

-Oye Justin… -murmuro aún con la mirada fija en las nubes.
-¿Si? –el hace lo mismo.
-Siento mucho lo de Scott.
-No pasa nada, tú no tienes la culpa de que sea un imbécil –noto que su mandíbula se tensa al recordarle, pero sonríe de todas formas- además, yo soy el que tiene que pedirte perdón.
-¿Por qué?
-No debería haber actuado así. Cuando nos encaramos y tú te metiste en medio, debería haber parado de inmediato. Podría haberte hecho daño.
-No lo hiciste.
-Ya sé que no lo hice, pero tuve miedo –traga saliva- por ti.
-No tienes que tenerlo, Justin.
-No quiero que ese tipo se acerque a ti. No quiero que vuelva a hacerte daño nunca más. No quiero que te mire, porque si me entero de que vuelve a ponerte una mano encima yo mismo le arrancaré la cabeza.
----------------------------------------------------------------------------
Seguidme en twitter; @nuriasomeday.

miércoles, 25 de julio de 2012

{Capítulo 5}


-No soy tan importante, Justin.
-Para mi si lo eres –busca mis ojos ahora- para mi eres mi válvula de escape. Eres en quien pienso cuando todo me sobrepasa, eres a quien acudo cuando estoy a punto de venirme abajo. Por ti.
-Ya lo sé –murmuro entre sus brazos, que ahora me aprietan con fuerza contra el.
-Pero todo eso me da igual –sonríe- yo quiero estar contigo.
-Yo también.

Todo parece perfecto. Ambos estamos juntos, aunque sea una vez al mes Justin siempre se escapa para verme. Sé que nuestra relación es complicada. Sé que muchas veces las relaciones a distancia no funcionan. Pero ambos luchamos por ello. Ambos estamos aquí, peleando.

Veo a alguien acercarse desde lejos. Alzo la cabeza para ver de quien se trata y me quedo helada al reconocerle.

-Scott –murmuro para mí.
-¿Qué?
-Scott viene hacia aquí –señalo al chico con la cabeza.
-¿Qué hace aquí? –se sienta sobre el césped- ¿te ha visto?
-Creo que si –me siento también.


Y efectivamente, al cabo de unos minutos Scott se para en el camino de arena que parte el parque en dos y espera, sabiendo que iré a recibirlo. Me pongo de pié y me acerco a él en silencio.

-¿Qué haces aquí? –digo, parándome sobre el borde del césped, sin pisar la arena.
-Hola –veo que se abalanza sobre mí y me veo envuelta en un abrazo del que no puedo zafarme.
-¿Qué haces aquí? –repito cuando se aparta.
-Te he visto desde el otro lado y he venido a saludar –Scott aparta la vista hacia su derecha. Yo le sigo con la mirada y veo a Justin a mi lado.
-Ah… -digo indiferente, deseando que se vaya para que esto no acabe mal.
-¿Quién es… –pregunta Scott señalando a mi lado.
-Justin –contesta el seco, y se acerca un poco más a mí.

Justin busca mi mano sin dejar de mirar fijamente a Scott, la coge y entonces puedo notar que está muy tenso. Esto no va a acabar bien.

-¿Justin? ¿Justin Bieber? ¿El de la tele? –se sorprende.
-No soy de la tele –espeta.

Scott me mira pidiendo una explicación.

-Es amigo mío –le digo- ha venido a verme.
-¿Has venido a verla desde la otra punta? –Scott parece bastante sorprendido, pero se que el ya lo sabía, pues le vi persiguiéndonos esta mañana, aunque no quise decirle nada a Justin, puesto que se que le odia por lo que me hizo.
-Si –dice seco.

Estrecho la mano de Justin para intentar pedirle que se relaje. Este lo capta y sonríe, aunque forzadamente.

-Yo soy Scott –se presenta ahora- ¿te ha dicho Sweden que salimos?
-Hace dos años –asegura Justin- si, me lo ha dicho.

Puedo notar como el cuerpo de Justin está en continua tensión, como si intentara controlar el deseo de abalanzarse sobre él. Sé que nunca había hablado antes con Scott, pero le conoce mejor de lo que él piensa. Justin ha vivido los malos momentos que pasé con Scott, él lo sabe todo. Sabe que lo pasé mal, sabe que me costó salir de aquello. No porque yo no tuviera fuerza para hacerlo, sino porque Scott era más fuerte. Porque Scott me lo impidió. El no me dejaba marchar, y de no haber sido por Justin aún seguiría con él, o puede que simplemente ya no estuviera aquí. Fue un infierno desde el principio.

-Así que sois… amigos… ¿eh? –vacila.
-Si –intervengo yo.
-Pues no lo parece –señala nuestras manos unidas con una mueca.

Sé que Justin, esta vez, me ha dado la mano para darme confianza, pero sobre todo lo ha hecho para que Scott vea que Justin es capaz de todo para demostrarle que está conmigo. De una forma y otra, eso significa “no te acerques, estoy con ella” en el lenguaje de los hombres. Aunque parece que Scott no quiere enterarse.

-Buenos amigos –insiste Justin.
-Yo soy tu amigo y a mí no me das la mano –bufa Scott en mi dirección. Parece irritado.

Yo no digo nada, a mi lado, Justin le observa atento.

Lo cierto es que desde que logré alejarme de Scott nunca he querido volver a mantener ningún tipo de relación con él. Insiste en que somos amigos y así parece manifestarlo cuando hay gente delante. En cambio, cuando nos cruzamos por la calle y no hay nadie más, le ignoro. Y el también me ignora. No quiero nada de él. Nada.

-Entonces –se acerca a mí rompiendo el hilo de mis pensamientos- yo también puedo hacerlo.

Veo como Scott se acerca más a mí. Coge la mano que tengo libre y sonríe arrogante. En ese momento Justin da un paso hacia delante y sé que si no hago algo, le partirá la cara. Alzo mi mano derecha entrelazada con la de Justin y la apoyo contra su pecho pidiéndole tranquilidad, hago fuerza hacia atrás intentando que retroceda. El se resiste, así que yo intervengo deprisa.

-Porque no es lo mismo –doy un paso adelante y me zafo de la mano de Scott, pegajosa y húmeda.
Noto que Justin para de ejercer fuerza al ver que controlo la situación, pero su mirada es asesina hacia Scott. Se mantiene a alerta.

-Claro que si –vuelve a cogerla, esta vez con fuerza. Y noto que me hace daño.

Justin se suelta de mi mano, da unos pasos rápidamente y antes de que pueda darme cuenta, le da un manotazo a Scott, quien retrocede frotándose la mano por el golpe de Justin.

-Te ha dicho que no –ladra Justin, encarándose.
-Eh, tranquilo –Scott parece contento de haber conseguido sacar de sus casillas a Justin. Estoy segura de que es lo que buscaba –hombretón –y se encara con él.

En ese momento veo a dos chicos, uno frente al otro. Sé que Scott solo quiere hacer que Justin se irrite, pero el ya lo venía de casa. En realidad creo que llevaba mucho tiempo esperando este momento. Y si a eso le añades el odio que él le tiene hacia Scott, la mezcla no es nada buena. Justin no suele ser de los de palabras.

-¿Eres imbécil? –gruñe Justin acercándose más a él.

Sin pensarlo corro para ponerme en medio. Lo consigo antes de que uno de los dos de el primer golpe.

-¡Eh, parad! –grito mientras los separo extendiendo los brazos todo lo que puedo.

Justin ve que estoy en medio de la trayectoria de cualquier golpe, por lo que rápidamente deja caer el brazo sobre sí mismo deshaciendo el puño. Mientras que Scott sigue amenazando con pegarle primero. Justin me coge casi en peso y en menos de un segundo estoy tras el de nuevo.

-¡Justin no! ¡Para! –Vuelvo a ponerme delante de él- hazlo por mí –le miro a los ojos.

Miro a Scott y veo que ahora ha retrocedido otro paso. Se ha dado cuenta de que de no ser por mí, ahora estaría en el suelo. Justin es más fuerte que el.

-Será mejor que te vayas –le digo a Scott.
-Está bien –mira a Justin y después a mi- ¿me das un abrazo?
-No –digo seca- vete.
-Pero…
-¡Que te vayas! No quiero que vuelvas a acercarte a mi –espeto.
-Como quieras –Scott le dedica una última mirada de asco a Justin y después, tras sonreír amargamente se marcha.

Espero unos minutos hasta ver que dobla la esquina varios metro más adelante y por fin se que está lejos.


Cuando Scott ha desaparecido de nuestra vista, me doy la vuelta y veo a Justin sentado sobre el reposabrazos de uno de los bancos de piedra que hay a nuestro lado.

-Ven aquí –me pide.

Me acerco y este abre sus brazos. Dudo un momento en si ir o no hacia él, ya que después de el pequeño altercado me siento incomoda. Me siento mal por haber obligado a Justin a entrar en esa situación. Scott es imbécil. Miro a Justin y veo que el ha olvidad lo ocurrido en apenas unos segundos, ya que una sonrisa vuelve a llenar su cara, los ojos le brillan bajo el sol y me espera con los brazos extendidos, pidiéndome que avance, que avance hasta el.

-¿Y a mí? ¿Me das un abrazo? –sonríe cambiando radicalmente de tema, ya que ve la expresión de mi cara.
-Si –sonrío ahora más tranquila.

Me dejo caer en sus brazos, fuertes y delicados a la vez. Le abrazo fuerte y me quedo ahí durante unos minutos. Si por mi fuera estaría ahí toda mi vida, pero creo que ya ha sido suficiente y decido que aunque no quiera, debo quitarme. Intento alejarme pero siento que Justin ejerce más fuerza para acercarme a él de nuevo. Me veo pegada a su cuerpo otra vez.

-No te separes –susurra en mi oído.

Y sé que estoy y he estado siempre en lo cierto. Me quiere de la misma forma que yo le quiero a él. Siempre me ha querido. Siempre le he querido. Y ahora me siento una idiota por no haberlo sabido antes. Por no haber intentado que esto funcionara. Por no haber luchado más por él.

-Vale –respondo también en su oído en un susurro casi inteligible.

Justin aleja sus brazos un momento, para luego posar sus manos sobre mis caderas y atraer mi cintura hacia él. Los dos quedamos pegados y entonces comprendo lo que está buscando. 
-----------------------------------------------------------------------

Pedid siguiente en tuenti (Nuria Someday) o en twitter (@nuriasomeday).

lunes, 23 de julio de 2012

{Capítulo 4}


-¿Quién es Daniel? –pregunta intentando seguir con la cabeza hacia delante para que el fotógrafo no le vea la cara.
-Cuando yo te haga una señal, ve hacia allí –señalo el parque con el pequeño pasillo. El callejón- tienes que separarte de mí antes de que Daniel te vea. Hazme caso. Nos vemos en unos minutos.

Seguimos andado hasta estar lo bastante cerca el callejón y de Daniel para que no sospeche. Miro a Justin una última vez y le hago la señal. El comienza a andar más rápido y se mete en el parque. Veo como se sube los pantalones. Sus bóxers vuelven a asomar a pesar de todo. Este chico no cambia.

-¡Daniel! –le llamo.

Al momento el chico viene hacia mí. Sonríe, pero su sonrisa desaparece cuando ve mi cara.


-¿Qué pasa Sweden? –se acerca.
-Mira hacia atrás –le indico- no tengo mucho tiempo. ¿Ves al fotógrafo que viene hacia aquí? –digo sin darme la vuelta.

-Si –contesta el.
-Necesito que te libres de el –le pido- lleva persiguiéndome todo el día.
-¿Qué? –parece enfadarse.
-Me está acosando. Creo que quiere sacarme fotos o algo así.
-Vale, vete, déjame a mí.
-Solo asústalo, Daniel. Nada más –le digo.
-Tranquila –dice, y sigue andando como si nada.

Intento andar deprisa y sigo los pasos de Justin, quien ya me espera dentro del callejón. Antes de entrar al parque, veo de reojo como Daniel se mete la mano al bolsillo y veo que saca una navaja. Se acerca al fotógrafo, que deja de mirar hacia mi para centrar su mirada en Daniel, que se acerca enfadado.  Antes de perderlos de vista puedo escuchar algo.

-¿Estas acosando a mi amiga? ¿Eh? –le corta el paso- ¿quieres que te mate? ¿Quieres? –A eso me refería con que no es uno de esos amigos a los que llevas a casa- déjala en paz, o te mato aquí mismo, viejo –pero es una buena persona, con quien quiere.
-Está bien, está bien, vale, tranquilo –dice el hombre asustado. Y veo que se aleja definitivamente.

Al entrar al callejón veo a un chico alto, con los pantalones caídos. Gafas y gorra. Es Justin. Me acerco y el sonríe al instante.

-Hola –dice dulce, y entonces me abraza.
-Cuanto tiempo –susurro entre sus brazos.
-Para mi si –me mira a los ojos. A pesar de que no hay mucha luz en ese pasillo, puedo ver cómo le brillan- ya te echaba de menos –y coge mi mano, entrelazando nuestros dedos de nuevo. Siento el calor.
-Yo también –le digo, y comenzamos a andar.
-¿Te has librado de el? –dice, obligado, aunque sé que eso no es lo que quería decirme.
-Si.

Al salir al callejón, nos quedamos parados. Ahora estamos más lejos de nuestro destino. Nos miramos durante un momento y el sigue con esa sonrisa en la cara que tanto me gusta.

-Podemos ir por allí –señalo- pero tardaremos más.
-No importa –dice dulce. Aprieta mi mano fuerte mientras se acerca a mí, y comenzamos a andar de nuevo.

Al llegar al parque, como suponía, está vacío. El césped lo cubre casi todo, excepto el gran camino de tierra que hay en el centro y que cruza todo el recinto. Justin sonríe al ver que gracias a dios, estamos solos.

-Qué bonito –dice.
-Si, lo es.

Vamos hacia el final, donde está más escondido gracias a los árboles, y nos acostamos sobre el césped. Justin aún sostiene mi mano.

-Creía que aquí no habían paparazzis –dice cuando nos acomodamos bajo el calor del sol y el césped fresco- en España, en este pequeño pueblo. Es raro.
-No era un paparazzi.
-Nos perseguía con una cámara. Era un paparazzi.
-Puede que solo le gustaras –sonrío- ¿has visto como te ha mirado?
-O puede que seas tú la que le gustaba. Eres más guapa –me devuelve la sonrisa picara.
-Yo no soy famosa.
-Yo tampoco –me mira- hoy no.

Nos acostamos mirando hacia arriba. Justin me acerca más a el y pasa su brazo por detrás de mi espalda para volver a posarla sobre mi cintura. Me abraza de nuevo haciendo que nuestros cuerpos se rocen.

-Me alegro de tenerte en mi vida –murmura.
-Yo también, aunque es una amistad algo difícil –intento sonreír, pero lo digo enserio.
-¿Por qué?  -me mira. Veo como el sol ilumina su cara.
-Por muchas razones.
-Dímelas –me anima.
-Tú eres famoso, yo no –le digo.
-Eso no es importante.
-Tú vives en California, yo en España.
-Puedo coger un avión cada vez que quiera verte, ya lo sabes.
-Si, pero algún día te cansaras de hacerlo y dejaremos de vernos –me duele al instante decirlo.
-Eso no va a pasar –dice serio.
-Justin –alzo la cabeza para mirarle a los ojos- puede que ahora los dos seamos amigos, pero dentro de un tiempo pasarán cosas. Puede que tu te canses, o puede que simplemente no puedas venir.
-Ya te he dicho que eso no va a pasar –insiste.
-¿Y cómo lo sabes?
-Porque lo nuestro no es solo una amistad –baja la vista y la posa sobre nuestras manos, que se entrelazan formando una sola.
-Lo sé –susurro, y vuelvo a apoyar mi cabeza sobre su pecho.
-Sabes que te quiero. Solo estoy esperando a que estemos preparados para poder estar juntos sin que nadie se nos eche encima –parece triste- ya has visto lo que ha pasado con el fotógrafo. No quiero meterte en esta vida. Es un asco.
-Me da igual tener que esconderme de las cámaras, Justin.
-A ti no te gusta la fama –mira al cielo- no quiero castigarte con ella.
-A ti tampoco te gusta –arranco un poco de césped del suelo- pero aún así sigues con tu vida.
-Porque te tengo a ti –asegura.
-No soy tan importante, Justin.
-Para mi si lo eres –busca mis ojos ahora- para mi eres mi válvula de escape. Eres en quien pienso cuando todo me sobrepasa, eres a quien acudo cuando estoy a punto de venirme abajo. Por ti.
-Ya lo sé –murmuro entre sus brazos, que ahora me aprietan con fuerza contra el.
-Pero todo eso me da igual –sonríe- yo quiero estar contigo.
-Yo también.

Todo parece perfecto. Ambos estamos juntos, aunque sea una vez al mes Justin siempre se escapa para verme. Sé que nuestra relación es complicada. Sé que muchas veces las relaciones a distancia no funcionan. Pero ambos luchamos por ello. Ambos estamos aquí, peleando.

Veo a alguien acercarse desde lejos. Alzo la cabeza para ver de quien se trata y me quedo helada al reconocerle.
-----------------------------------------------------------
Pedid siguiente en tuenti (Nuria Someday) o twitter (@nuriasomeday)
-NS.