-No soy tan
importante, Justin.
-Para mi si
lo eres –busca mis ojos ahora- para mi eres mi válvula de escape. Eres en quien
pienso cuando todo me sobrepasa, eres a quien acudo cuando estoy a punto de
venirme abajo. Por ti.
-Ya lo sé
–murmuro entre sus brazos, que ahora me aprietan con fuerza contra el.
-Pero todo
eso me da igual –sonríe- yo quiero estar contigo.
-Yo también.
Todo parece
perfecto. Ambos estamos juntos, aunque sea una vez al mes Justin siempre se
escapa para verme. Sé que nuestra relación es complicada. Sé que muchas veces
las relaciones a distancia no funcionan. Pero ambos luchamos por ello. Ambos
estamos aquí, peleando.
Veo a
alguien acercarse desde lejos. Alzo la cabeza para ver de quien se trata y me
quedo helada al reconocerle.
-Scott
–murmuro para mí.
-¿Qué?
-Scott viene
hacia aquí –señalo al chico con la cabeza.
-¿Qué hace
aquí? –se sienta sobre el césped- ¿te ha visto?
-Creo que si
–me siento también.
Y
efectivamente, al cabo de unos minutos Scott se para en el camino de arena que
parte el parque en dos y espera, sabiendo que iré a recibirlo. Me pongo de pié
y me acerco a él en silencio.
-¿Qué haces
aquí? –digo, parándome sobre el borde del césped, sin pisar la arena.
-Hola –veo
que se abalanza sobre mí y me veo envuelta en un abrazo del que no puedo
zafarme.
-¿Qué haces
aquí? –repito cuando se aparta.
-Te he visto
desde el otro lado y he venido a saludar –Scott aparta la vista hacia su
derecha. Yo le sigo con la mirada y veo a Justin a mi lado.
-Ah… -digo
indiferente, deseando que se vaya para que esto no acabe mal.
-¿Quién es…
–pregunta Scott señalando a mi lado.
-Justin
–contesta el seco, y se acerca un poco más a mí.
Justin busca
mi mano sin dejar de mirar fijamente a Scott, la coge y entonces puedo notar
que está muy tenso. Esto no va a acabar bien.
-¿Justin?
¿Justin Bieber? ¿El de la tele? –se sorprende.
-No soy de
la tele –espeta.
Scott me
mira pidiendo una explicación.
-Es amigo
mío –le digo- ha venido a verme.
-¿Has venido
a verla desde la otra punta? –Scott parece bastante sorprendido, pero se que el
ya lo sabía, pues le vi persiguiéndonos esta mañana, aunque no quise decirle
nada a Justin, puesto que se que le odia por lo que me hizo.
-Si –dice
seco.
Estrecho la
mano de Justin para intentar pedirle que se relaje. Este lo capta y sonríe,
aunque forzadamente.
-Yo soy
Scott –se presenta ahora- ¿te ha dicho Sweden que salimos?
-Hace dos
años –asegura Justin- si, me lo ha dicho.
Puedo notar
como el cuerpo de Justin está en continua tensión, como si intentara controlar
el deseo de abalanzarse sobre él. Sé que nunca había hablado antes con Scott,
pero le conoce mejor de lo que él piensa. Justin ha vivido los malos momentos
que pasé con Scott, él lo sabe todo. Sabe que lo pasé mal, sabe que me costó
salir de aquello. No porque yo no tuviera fuerza para hacerlo, sino porque
Scott era más fuerte. Porque Scott me lo impidió. El no me dejaba marchar, y de
no haber sido por Justin aún seguiría con él, o puede que simplemente ya no
estuviera aquí. Fue un infierno desde el principio.
-Así que
sois… amigos… ¿eh? –vacila.
-Si
–intervengo yo.
-Pues no lo
parece –señala nuestras manos unidas con una mueca.
Sé que
Justin, esta vez, me ha dado la mano para darme confianza, pero sobre todo lo
ha hecho para que Scott vea que Justin es capaz de todo para demostrarle que
está conmigo. De una forma y otra, eso significa “no te acerques, estoy con
ella” en el lenguaje de los hombres. Aunque parece que Scott no quiere
enterarse.
-Buenos
amigos –insiste Justin.
-Yo soy tu
amigo y a mí no me das la mano –bufa Scott en mi dirección. Parece irritado.
Yo no digo
nada, a mi lado, Justin le observa atento.
Lo cierto es
que desde que logré alejarme de Scott nunca he querido volver a mantener ningún
tipo de relación con él. Insiste en que somos amigos y así parece manifestarlo
cuando hay gente delante. En cambio, cuando nos cruzamos por la calle y no hay
nadie más, le ignoro. Y el también me ignora. No quiero nada de él. Nada.
-Entonces
–se acerca a mí rompiendo el hilo de mis pensamientos- yo también puedo
hacerlo.
Veo como
Scott se acerca más a mí. Coge la mano que tengo libre y sonríe arrogante. En
ese momento Justin da un paso hacia delante y sé que si no hago algo, le
partirá la cara. Alzo mi mano derecha entrelazada con la de Justin y la apoyo
contra su pecho pidiéndole tranquilidad, hago fuerza hacia atrás intentando que
retroceda. El se resiste, así que yo intervengo deprisa.
-Porque no
es lo mismo –doy un paso adelante y me zafo de la mano de Scott, pegajosa y húmeda.
Noto que
Justin para de ejercer fuerza al ver que controlo la situación, pero su mirada
es asesina hacia Scott. Se mantiene a alerta.
-Claro que
si –vuelve a cogerla, esta vez con fuerza. Y noto que me hace daño.
Justin se
suelta de mi mano, da unos pasos rápidamente y antes de que pueda darme cuenta,
le da un manotazo a Scott, quien retrocede frotándose la mano por el golpe de
Justin.
-Te ha dicho
que no –ladra Justin, encarándose.
-Eh,
tranquilo –Scott parece contento de haber conseguido sacar de sus casillas a
Justin. Estoy segura de que es lo que buscaba –hombretón –y se encara con él.
En ese
momento veo a dos chicos, uno frente al otro. Sé que Scott solo quiere hacer
que Justin se irrite, pero el ya lo venía de casa. En realidad creo que llevaba
mucho tiempo esperando este momento. Y si a eso le añades el odio que él le
tiene hacia Scott, la mezcla no es nada buena. Justin no suele ser de los de
palabras.
-¿Eres
imbécil? –gruñe Justin acercándose más a él.
Sin pensarlo
corro para ponerme en medio. Lo consigo antes de que uno de los dos de el
primer golpe.
-¡Eh, parad!
–grito mientras los separo extendiendo los brazos todo lo que puedo.
Justin ve
que estoy en medio de la trayectoria de cualquier golpe, por lo que rápidamente
deja caer el brazo sobre sí mismo deshaciendo el puño. Mientras que Scott sigue
amenazando con pegarle primero. Justin me coge casi en peso y en menos de un
segundo estoy tras el de nuevo.
-¡Justin no!
¡Para! –Vuelvo a ponerme delante de él- hazlo por mí –le miro a los ojos.
Miro a Scott
y veo que ahora ha retrocedido otro paso. Se ha dado cuenta de que de no ser
por mí, ahora estaría en el suelo. Justin es más fuerte que el.
-Será mejor
que te vayas –le digo a Scott.
-Está bien
–mira a Justin y después a mi- ¿me das un abrazo?
-No –digo
seca- vete.
-Pero…
-¡Que te
vayas! No quiero que vuelvas a acercarte a mi –espeto.
-Como
quieras –Scott le dedica una última mirada de asco a Justin y después, tras
sonreír amargamente se marcha.
Espero unos
minutos hasta ver que dobla la esquina varios metro más adelante y por fin se
que está lejos.
Cuando Scott
ha desaparecido de nuestra vista, me doy la vuelta y veo a Justin sentado sobre
el reposabrazos de uno de los bancos de piedra que hay a nuestro lado.
-Ven aquí
–me pide.
Me acerco y este abre sus brazos. Dudo un momento en si ir o no hacia él, ya que después
de el pequeño altercado me siento incomoda. Me siento mal por haber obligado a
Justin a entrar en esa situación. Scott es imbécil. Miro a Justin y veo que el
ha olvidad lo ocurrido en apenas unos segundos, ya que una sonrisa vuelve a
llenar su cara, los ojos le brillan bajo el sol y me espera con los brazos
extendidos, pidiéndome que avance, que avance hasta el.
-¿Y a mí? ¿Me
das un abrazo? –sonríe cambiando radicalmente de tema, ya que ve la expresión
de mi cara.
-Si –sonrío
ahora más tranquila.
Me dejo caer
en sus brazos, fuertes y delicados a la vez. Le abrazo fuerte y me quedo ahí
durante unos minutos. Si por mi fuera estaría ahí toda mi vida, pero creo que
ya ha sido suficiente y decido que aunque no quiera, debo quitarme. Intento
alejarme pero siento que Justin ejerce más fuerza para acercarme a él de nuevo.
Me veo pegada a su cuerpo otra vez.
-No te
separes –susurra en mi oído.
Y sé que
estoy y he estado siempre en lo cierto. Me quiere de la misma forma que yo le
quiero a él. Siempre me ha querido. Siempre le he querido. Y ahora me siento
una idiota por no haberlo sabido antes. Por no haber intentado que esto
funcionara. Por no haber luchado más por él.
-Vale
–respondo también en su oído en un susurro casi inteligible.
Justin aleja
sus brazos un momento, para luego posar sus manos sobre mis caderas y atraer mi
cintura hacia él. Los dos quedamos pegados y entonces comprendo lo que está
buscando.
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