lunes, 30 de julio de 2012

{Capítulo 7}


-Siento mucho lo de Scott.
-No pasa nada, tú no tienes la culpa de que sea un imbécil –noto que su mandíbula se tensa al recordarle, pero sonríe de todas formas- además, yo soy el que tiene que pedirte perdón.
-¿Por qué?
-No debería haber actuado así. Cuando nos encaramos y tú te metiste en medio, debería haber parado de inmediato. Podría haberte hecho daño.
-No lo hiciste.
-Ya sé que no lo hice, pero tuve miedo –traga saliva- por ti.
-No tienes que tenerlo, Justin.
-No quiero que ese tipo se acerque a ti. No quiero que vuelva a hacerte daño nunca más. No quiero que te mire, porque si me entero de que vuelve a ponerte una mano encima yo mismo le arrancaré la cabeza.
-Solo vino porque tú estabas conmigo –le aseguro- hace meses que no se acercaba a mí.
-No me gusta.
-Lo sé –pongo mi mano sobre la suya, que descansa apoyada en el césped y noto que está tenso de nuevo.
-Si te pasara algo… -ahora baja la mirada hacia mí, y yo la alzo para encontrarme con sus ojos- no sé qué haría.
-Mientras tu estés aquí no va a pasarme nada –sonrío.
-Porque no voy a dejar que te pase –y sus labios vuelven a dejar ver dos filas de perfectos dientes blancos que relucen al sol.

Y ya no hay más palabras. Ninguno de los dos intenta llenar el vacío que ahora se ha formado. Ninguno de los dos se molesta en intentar cambiar el mas mínimo detalle de ese momento. Justin me mira intensamente mientras sonríe de la forma más dulce que se pueda imaginar, y yo le miro mientras intento no perderme en sus ojos. Pero no funciona.

Ambos estamos sobre el césped, prácticamente estoy perdida en los brazos de Justin, que me rodean. Su mano derecha reposa sobre la mía y ahora noto como Justin comienza a acercarse despacio. Se lo que intenta, y yo también lo quiero, pero no estoy segura de que todo esto esté bien.

-Justin… -susurro casi en su boca. Estamos muy cerca, de nuevo.

Este no dice nada, simplemente se limita a seguir avanzando hacia mí, estoy segura de que en cualquier momento nuestros labios se rozarán, y yo estaré perdida.

-Justin, no… -repito, pero casi no puedo hablar.

Veo como él retrocede apenas unos centímetros y me observa.

-Haz lo que tu corazón te pida –susurra- solo eso.
-Pero…
-No pienses –dice.

Y ahí decido dejarme llevar. Llevo demasiado tiempo soñando con este momento. Demasiado tiempo esperando que algo como esto me pasase, y ahora tengo miedo.

-Tranquila –susurra, y esa es su última palabra antes de besarme.

Al principio tengo miedo. Miedo de que algo pueda salir mal, miedo de que no le guste, de que no sepa reaccionar a esto. Pero cuando sus labios rozan los míos, como por instinto… responden. Noto la respiración de Justin y sé que no puede aguantar un minuto más. Ha alargado demasiado este momento intentando que sea perfecto, y lo ha conseguido.

-Bésame –le pido.

Y así lo hace.

Ahora más fuerte, más rápido. Ahora más ardiente.

Nuestros labios se chocan y logran unirse de una vez por todas, pero ya no se vuelven a separar. Puedo notar sus labios húmedos y cálidos sobre los míos. Me dejo llevar y es como si esto hubiera pasado millones de veces. Y lo ha hecho… en mis sueños.

Siento a Justin ahora más cerca de mí, el miedo que antes sentía se convierte en deseo. Deseo por él, por su boca. Noto su lengua abrirse paso hasta encontrar la mía y ambas se acarician una y otra vez. A partir de ese momento el tiempo se para y no sé donde estoy. Solo le siento a él.

Sé que Justin desea lo mismo que yo, porque puedo notar el calor que desprende su cuerpo y también oigo los latidos de su corazón a mil por hora. Su aliento se hace cada vez más fuerte. Sus manos ahora agarran mis caderas llevándome sobre él. Queda entonces él tendido sobre el césped, y yo sobre sus caderas. Me agarra más fuerte, haciendo que nuestros cuerpos solo sean uno. Intensifica el movimiento de nuestros labios a medida que pasa el tiempo y los dos sentimos que el calor sube. Y es ahí, entonces, en ese momento… cuando lo noto. Algo debajo de mi se vuelve duro justo en la entrepierna de Justin. Y sin poder evitarlo se me escapa un gemido. Pienso que todo esto es una locura. Justin está excitado. Yo lo estoy. Me aprieta aún más hacia él y sé que si no hago algo acabaremos en la comisaría por escándalo público. Cualquiera diría que estamos fuera de control. Y es que así es. Y Justin cada vez está más y más excitado, o eso me dicen sus pantalones. Esto es una locura. Llevábamos demasiado tiempo deseándolo. Y cuando estoy a punto de perder el control, como si Justin lo notase, como si supiera que si no nos separamos acabaremos haciéndolo aquí mismo, el beso acaba.

El no dice nada. Yo tampoco. Le miro y él me mira también. El aliento sale entrecortado de su boca y cierra los ojos un momento para volver a retomar el control de sus actos, sin separarse ni un centímetro de mi. Yo sigo inmóvil.

-¿Estás bien? –logro murmurar entre sus brazos.

Sus ojos se abren y vuelvo a ver su sonrisa.

-Estoy bien.

Y puedo ver en su cara que a pesar de que ambos hemos deseado más, estamos felices de haber podido por fin tomar lo que estábamos buscando. Extiendo mis brazos sobre el césped para levantarme pero Justin me lo impide. Al principio pienso que no quiere dejarme, pero cuando sus ojos se desplazan hasta sus pantalones y sonríe avergonzado, lo comprendo.

-Lo siento –puedo ver el rubor en sus mejillas mientras me mira.
-¿Por qué? –sonrió.
-Yo…
-No tenemos tres años –le digo- tranquilo.

Me levanto dejándole tirado ahí, y me sacudo el césped de mis shorts vaqueros recién estrenados. Justin también se levanta pasados unos minutos, y vuelve a mirarme sin saber muy bien qué hacer. Ese típico momento incómodo que te invade cuando acabas de besar a la persona que tanto tiempo habías buscado. Cuando todo está dicho y las palabras no bastan para expresar lo que sientes. Se hace el silencio. Un silencio que no queremos romper, y que tampoco sabemos cómo hacerlo. Justin me mira y extiende sus brazos llamándome. Me abraza y sonrío de nuevo.

-¿Tienes hambre? –digo, volviendo a la realidad.
-La verdad es que si –me suelta- ¿Qué quieres hacer?

Ambos estamos aún nerviosos por lo que ha pasado, pero nos sentimos bien.

-Podríamos ir a comer a algún sitio...
-¿Restaurante? –se muerde el labio.
-¿Chino? –le imito.
-Me encanta el chino.
-Conozco un restaurante que está a las afueras, pero tendremos que ir en coche.
-No hay problema –coge mi mano y comienza a andar- vamos a por el mío.



Al entrar a su coche, tras haber repetido el trayecto de esa misma mañana sin ningún incidente, noto un olor a frutas frescas.

-Huele muy bien –le digo, cerrando la puerta.
-Tú también hueles muy bien –ríe.
-Me refería al coche –bufo.
-Si, bueno –arranca y se pone sus gafas de sol- ¿Dónde hay que ir?
-Pon música –le pido.
-Está bien, pero dime donde hay que ir.
-Primero pon música –insisto.

El enciende la radio y vuelve a mirarme.

-¿Y bien? –pone sus manos sobre el volante.
-Quiero escuchar mi canción.
-¿Tu canción? –Hace una mueca- no sé de qué me hablas. Yo no he hecho ninguna canción para ti.
-Si, ya –río.

Justin mete un disco, puedo leer “believe” en la carátula, y selecciona una canción antes de darle al Play. ¿Quién lleva su propio disco en el coche? La canción empieza a sonar y yo sonrío antes de susurrarle un “gracias”. Justin se inclina hacia mí y me da un breve beso en la mejilla, antes de que yo le indique el camino hacia el restaurante.

Bueno, déjenme contarles una historia,
De una chica y un chico,
El se enamoró de su mejor amiga,
Cuando ella está cerca, el no siente otra cosa que felicidad,
Pero ella había sido dañada, y eso la hizo ciega,
Pero ella nunca hubiera podido creer que el amor tocaría a su puerta,
Pero ¿sabes que te amo? ¿o no eras consciente de ello?
Eres la sonrisa en mi rostro, y no me iré a ningún lado,
Estoy aquí para hacerte feliz, estoy aquí para verte sonreír,
He estado esperando mucho durante tiempo para poder decirte esto.

Mientras escucho la canción que Justin escribió para mí, cierro los ojos e intento no ponerme a llorar.
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sábado, 28 de julio de 2012

{Capítulo 6}


-No te separes –susurra en mi oído.

Y sé que estoy y he estado siempre en lo cierto. Me quiere de la misma forma que yo le quiero a él. Siempre me ha querido. Siempre le he querido. Y ahora me siento una idiota por no haberlo sabido antes. Por no haber intentado que esto funcionara. Por no haber luchado más por él.

-Vale –respondo también en su oído en un susurro casi inteligible.

Justin aleja sus brazos un momento, para luego posar sus manos sobre mis caderas y atraer mi cintura hacia él. Los dos quedamos pegados y entonces comprendo lo que está buscando.

Noto como el cuerpo de Justin desprende calor. Sus manos me atraen cada vez más hacia él hasta el punto en el que nuestros cuerpos chocan y me veo pegada al suyo. Este no mueve sus manos, sino que las aprieta un poco más sobre mis caderas, como si quisiera entrar en ellas. Alzo la vista y me encuentro directamente con sus ojos color miel, que me miran fijamente buscando algo que no se si estoy preparada para darle.

Pienso durante un momento en lo qué se supone que está pasando pero es imposible. Mi mente está en blanco. Solo puedo verle a él. Sus ojos, solo puedo sentir su cuerpo contra el mío y sus manos ejerciendo fuerza sobre mis caderas. Justin comienza a acercar su cara hacia la mía y yo no puedo moverme. En un momento siento su aliento y yo también dejo escapar el mío haciendo que choquen. 

Escasos milímetros separan nuestros labios de lo que parece inevitable. Como un acto reflejo desplazo mi mano hacia su cuello mientras noto que el calor me invade. Sé que él puede ver que estoy nerviosa. Sé que puede sentirlo. Pero yo también lo siento. Justin sonríe dejando ver sus perfectos dientes y entonces, cierra los ojos haciendo que su nariz roce la mía. Nuestros labios se tocan durante un momento y entonces retrocede, solo un milímetro, para después coger impulso y prepararse para sumergirse de lleno en mi boca, que le espera ansiosa. Pero no lo hace. Porque en ese momento ambos sentimos algo que nos sobresalta. A mi más que a él. De repente me quedo muy quieta. Noto que algo vibra en la parte de arriba de sus pantalones. Un movimiento que hace que no sepa si alejarme o quedarme inmóvil. Justin se asusta y retrocede entonces haciendo el trabajo de los dos. Sonríe y aparta sus manos de mis caderas. Veo que su cara ahora se torna burlona.

-Es el móvil –susurra todavía lo bastante cerca de mí como para que note su aliento.

Me alejo de él para dejar que conteste, pero no lo hace. Había pensado mal. Solo es el móvil. Sweden, estúpida. Él lo sabía. Veo que lo saca del bolsillo aún con una mano sobre mí y lo pone en silencio sin ni siquiera mirar quien está llamándole. Vuelve a meterlo en su bolsillo y me atrae de nuevo hacia él.

-Tranquila –murmura- no es nada.

Veo que vuelve a repetir los anteriores pasos y me pega contra él mientras fija sus ojos en mis labios. El móvil ha dejado de sonar para después volver a hacerlo. Tiene que ser importante así que me separo para romper la tensión que se ha creado.

-Contesta –susurro obligándome a separarme de él.
-No importa –hace una mueca- ven.
-No, contesta –esto es ridículo- hazlo. Tranquilo.

Y Justin, contra su voluntad lo saca del bolsillo para ver que sigue sonando.

-¿Quién es? –se lo lleva a la oreja sin ganas.

Yo separo mi cuerpo del suyo, pero él no deja que me aleje, así que me apoyo sobre sus rodillas y me quedo fijamente mirando el césped de espaldas a él, mientras él juega con los dedos de mi mano derecha. Entrelazando uno y después el otro con los suyos.

Puedo oír a quien está al otro lado ya que estoy cerca. Es un chico. Joven, al momento reconozco la voz.

-Ryan, ¿Qué quieres? Estoy ocupado –murmura Justin.
-Quería saber dónde estabas, has desaparecido. Creía que ibas a venir a Canadá esta semana –reprocha la voz.
-No he podido –responde Justin- ahora estoy en España, pero dentro de unos días volaré a Stratford.
-¿Qué demonios haces en Esp… -y entonces el silencio se hace durante unos segundos- estás con ella ¿no? –parece molesto.
-Lo estoy –responde él, y puedo ver por el rabillo del ojo que esboza una sonrisa.
-Scooter me llamó esta mañana para preguntar si estabas conmigo.
-Solo mi madre sabe que estoy aquí.
-Te estás jugando mucho, Justin –la voz de Ryan es grave.
-Es mi semana libre ¿vale? –Ahora Justin parece ponerse serio- puedo hacer lo que quiera. Y ya sabes por qué estoy aquí. –guarda silencio durante un momento- ya sabes que no me han secuestrado ¿algo más? Estaba en medio de algo importante.
-Solo quería saber que estas bien –la voz de Ryan se torna dulce al ver que a su amigo le ha molestado ese último comentario- ¿estás con ella ahora mismo?
-S-si.
-¿Puedo saludarla? –me parece oír una pequeña risa nerviosa al otro lado del teléfono, pero no estoy segura.

Me doy la vuelta para mirar a Justin a la cara y este sonríe tendiéndome el móvil. Lo cojo nerviosa y espero a que hable.

-¿Hola? –Dice la voz- ¿Sweden? –se que sonríe.
-Hola Ryan, ¿Qué tal? –me relajo al ver que no está molesto por haber secuestrado a su amigo.

Conocí a Ryan una semana después de encontrarme con Justin en Atlanta. Recuerdo que Justin fue a buscarlo al aeropuerto para que pasara unos días con él y me lo presentó esa misma tarde. También recuero que tuvieron una pequeña discusión ya que Ryan parecía especialmente interesado en mí, pero Justin no quería que aquello llegara a más. No entendí muy bien el por qué… hasta ahora.

-Bueno, ya nos veremos –dice él tras unos minutos de conversación- pásame a Justin.

Sin decir nada más, le devuelvo el teléfono a Justin y sonrío al ver que no hay ningún problema entre ese chico y yo.

-Tengo que dejarte, ya te llamaré cuando llegue a California ¿vale? –dice Justin mientras noto que me mira fijamente, aunque yo vuelvo a estar de espaldas.
-Está bien. Ten cuidado con lo que haces.

Justin cuelga y mete el teléfono a su bolsillo.

-Vamos al césped –dice dirigiéndose al mismo sitio en el que habíamos estado antes de que Scott nos interrumpiese.



-Creo que a Ryan no le caigo bien –digo mientras apoyo mi cabeza sobre el pecho de Justin una vez nos hemos acostado sobre el césped fresco.
-Claro que le caes bien –me rodea con su brazo- es solo que te tiene algo de envidia porque te veo más a ti que a él.
-¿Y por qué?
-Bueno, Ryan y yo somos buenos amigos, pero él sigue en el instituto y siempre está liado con sus cosas. Voy a verle cuando tengo un hueco.
-Cuando tienes un hueco y no estás aquí –sonrío.
-Exacto –me devuelve la sonrisa.

Durante los próximos diez minutos permanecemos callados, ambos mirando al cielo y pensando en lo que hace un rato podría haber pasado. Miro de reojo a Justin y veo que sonríe. Siempre recuerdo a Justin así. Sonriendo. La mayor parte del tiempo que estamos juntos lo hace, y por eso me encanta.

-Oye Justin… -murmuro aún con la mirada fija en las nubes.
-¿Si? –el hace lo mismo.
-Siento mucho lo de Scott.
-No pasa nada, tú no tienes la culpa de que sea un imbécil –noto que su mandíbula se tensa al recordarle, pero sonríe de todas formas- además, yo soy el que tiene que pedirte perdón.
-¿Por qué?
-No debería haber actuado así. Cuando nos encaramos y tú te metiste en medio, debería haber parado de inmediato. Podría haberte hecho daño.
-No lo hiciste.
-Ya sé que no lo hice, pero tuve miedo –traga saliva- por ti.
-No tienes que tenerlo, Justin.
-No quiero que ese tipo se acerque a ti. No quiero que vuelva a hacerte daño nunca más. No quiero que te mire, porque si me entero de que vuelve a ponerte una mano encima yo mismo le arrancaré la cabeza.
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miércoles, 25 de julio de 2012

{Capítulo 5}


-No soy tan importante, Justin.
-Para mi si lo eres –busca mis ojos ahora- para mi eres mi válvula de escape. Eres en quien pienso cuando todo me sobrepasa, eres a quien acudo cuando estoy a punto de venirme abajo. Por ti.
-Ya lo sé –murmuro entre sus brazos, que ahora me aprietan con fuerza contra el.
-Pero todo eso me da igual –sonríe- yo quiero estar contigo.
-Yo también.

Todo parece perfecto. Ambos estamos juntos, aunque sea una vez al mes Justin siempre se escapa para verme. Sé que nuestra relación es complicada. Sé que muchas veces las relaciones a distancia no funcionan. Pero ambos luchamos por ello. Ambos estamos aquí, peleando.

Veo a alguien acercarse desde lejos. Alzo la cabeza para ver de quien se trata y me quedo helada al reconocerle.

-Scott –murmuro para mí.
-¿Qué?
-Scott viene hacia aquí –señalo al chico con la cabeza.
-¿Qué hace aquí? –se sienta sobre el césped- ¿te ha visto?
-Creo que si –me siento también.


Y efectivamente, al cabo de unos minutos Scott se para en el camino de arena que parte el parque en dos y espera, sabiendo que iré a recibirlo. Me pongo de pié y me acerco a él en silencio.

-¿Qué haces aquí? –digo, parándome sobre el borde del césped, sin pisar la arena.
-Hola –veo que se abalanza sobre mí y me veo envuelta en un abrazo del que no puedo zafarme.
-¿Qué haces aquí? –repito cuando se aparta.
-Te he visto desde el otro lado y he venido a saludar –Scott aparta la vista hacia su derecha. Yo le sigo con la mirada y veo a Justin a mi lado.
-Ah… -digo indiferente, deseando que se vaya para que esto no acabe mal.
-¿Quién es… –pregunta Scott señalando a mi lado.
-Justin –contesta el seco, y se acerca un poco más a mí.

Justin busca mi mano sin dejar de mirar fijamente a Scott, la coge y entonces puedo notar que está muy tenso. Esto no va a acabar bien.

-¿Justin? ¿Justin Bieber? ¿El de la tele? –se sorprende.
-No soy de la tele –espeta.

Scott me mira pidiendo una explicación.

-Es amigo mío –le digo- ha venido a verme.
-¿Has venido a verla desde la otra punta? –Scott parece bastante sorprendido, pero se que el ya lo sabía, pues le vi persiguiéndonos esta mañana, aunque no quise decirle nada a Justin, puesto que se que le odia por lo que me hizo.
-Si –dice seco.

Estrecho la mano de Justin para intentar pedirle que se relaje. Este lo capta y sonríe, aunque forzadamente.

-Yo soy Scott –se presenta ahora- ¿te ha dicho Sweden que salimos?
-Hace dos años –asegura Justin- si, me lo ha dicho.

Puedo notar como el cuerpo de Justin está en continua tensión, como si intentara controlar el deseo de abalanzarse sobre él. Sé que nunca había hablado antes con Scott, pero le conoce mejor de lo que él piensa. Justin ha vivido los malos momentos que pasé con Scott, él lo sabe todo. Sabe que lo pasé mal, sabe que me costó salir de aquello. No porque yo no tuviera fuerza para hacerlo, sino porque Scott era más fuerte. Porque Scott me lo impidió. El no me dejaba marchar, y de no haber sido por Justin aún seguiría con él, o puede que simplemente ya no estuviera aquí. Fue un infierno desde el principio.

-Así que sois… amigos… ¿eh? –vacila.
-Si –intervengo yo.
-Pues no lo parece –señala nuestras manos unidas con una mueca.

Sé que Justin, esta vez, me ha dado la mano para darme confianza, pero sobre todo lo ha hecho para que Scott vea que Justin es capaz de todo para demostrarle que está conmigo. De una forma y otra, eso significa “no te acerques, estoy con ella” en el lenguaje de los hombres. Aunque parece que Scott no quiere enterarse.

-Buenos amigos –insiste Justin.
-Yo soy tu amigo y a mí no me das la mano –bufa Scott en mi dirección. Parece irritado.

Yo no digo nada, a mi lado, Justin le observa atento.

Lo cierto es que desde que logré alejarme de Scott nunca he querido volver a mantener ningún tipo de relación con él. Insiste en que somos amigos y así parece manifestarlo cuando hay gente delante. En cambio, cuando nos cruzamos por la calle y no hay nadie más, le ignoro. Y el también me ignora. No quiero nada de él. Nada.

-Entonces –se acerca a mí rompiendo el hilo de mis pensamientos- yo también puedo hacerlo.

Veo como Scott se acerca más a mí. Coge la mano que tengo libre y sonríe arrogante. En ese momento Justin da un paso hacia delante y sé que si no hago algo, le partirá la cara. Alzo mi mano derecha entrelazada con la de Justin y la apoyo contra su pecho pidiéndole tranquilidad, hago fuerza hacia atrás intentando que retroceda. El se resiste, así que yo intervengo deprisa.

-Porque no es lo mismo –doy un paso adelante y me zafo de la mano de Scott, pegajosa y húmeda.
Noto que Justin para de ejercer fuerza al ver que controlo la situación, pero su mirada es asesina hacia Scott. Se mantiene a alerta.

-Claro que si –vuelve a cogerla, esta vez con fuerza. Y noto que me hace daño.

Justin se suelta de mi mano, da unos pasos rápidamente y antes de que pueda darme cuenta, le da un manotazo a Scott, quien retrocede frotándose la mano por el golpe de Justin.

-Te ha dicho que no –ladra Justin, encarándose.
-Eh, tranquilo –Scott parece contento de haber conseguido sacar de sus casillas a Justin. Estoy segura de que es lo que buscaba –hombretón –y se encara con él.

En ese momento veo a dos chicos, uno frente al otro. Sé que Scott solo quiere hacer que Justin se irrite, pero el ya lo venía de casa. En realidad creo que llevaba mucho tiempo esperando este momento. Y si a eso le añades el odio que él le tiene hacia Scott, la mezcla no es nada buena. Justin no suele ser de los de palabras.

-¿Eres imbécil? –gruñe Justin acercándose más a él.

Sin pensarlo corro para ponerme en medio. Lo consigo antes de que uno de los dos de el primer golpe.

-¡Eh, parad! –grito mientras los separo extendiendo los brazos todo lo que puedo.

Justin ve que estoy en medio de la trayectoria de cualquier golpe, por lo que rápidamente deja caer el brazo sobre sí mismo deshaciendo el puño. Mientras que Scott sigue amenazando con pegarle primero. Justin me coge casi en peso y en menos de un segundo estoy tras el de nuevo.

-¡Justin no! ¡Para! –Vuelvo a ponerme delante de él- hazlo por mí –le miro a los ojos.

Miro a Scott y veo que ahora ha retrocedido otro paso. Se ha dado cuenta de que de no ser por mí, ahora estaría en el suelo. Justin es más fuerte que el.

-Será mejor que te vayas –le digo a Scott.
-Está bien –mira a Justin y después a mi- ¿me das un abrazo?
-No –digo seca- vete.
-Pero…
-¡Que te vayas! No quiero que vuelvas a acercarte a mi –espeto.
-Como quieras –Scott le dedica una última mirada de asco a Justin y después, tras sonreír amargamente se marcha.

Espero unos minutos hasta ver que dobla la esquina varios metro más adelante y por fin se que está lejos.


Cuando Scott ha desaparecido de nuestra vista, me doy la vuelta y veo a Justin sentado sobre el reposabrazos de uno de los bancos de piedra que hay a nuestro lado.

-Ven aquí –me pide.

Me acerco y este abre sus brazos. Dudo un momento en si ir o no hacia él, ya que después de el pequeño altercado me siento incomoda. Me siento mal por haber obligado a Justin a entrar en esa situación. Scott es imbécil. Miro a Justin y veo que el ha olvidad lo ocurrido en apenas unos segundos, ya que una sonrisa vuelve a llenar su cara, los ojos le brillan bajo el sol y me espera con los brazos extendidos, pidiéndome que avance, que avance hasta el.

-¿Y a mí? ¿Me das un abrazo? –sonríe cambiando radicalmente de tema, ya que ve la expresión de mi cara.
-Si –sonrío ahora más tranquila.

Me dejo caer en sus brazos, fuertes y delicados a la vez. Le abrazo fuerte y me quedo ahí durante unos minutos. Si por mi fuera estaría ahí toda mi vida, pero creo que ya ha sido suficiente y decido que aunque no quiera, debo quitarme. Intento alejarme pero siento que Justin ejerce más fuerza para acercarme a él de nuevo. Me veo pegada a su cuerpo otra vez.

-No te separes –susurra en mi oído.

Y sé que estoy y he estado siempre en lo cierto. Me quiere de la misma forma que yo le quiero a él. Siempre me ha querido. Siempre le he querido. Y ahora me siento una idiota por no haberlo sabido antes. Por no haber intentado que esto funcionara. Por no haber luchado más por él.

-Vale –respondo también en su oído en un susurro casi inteligible.

Justin aleja sus brazos un momento, para luego posar sus manos sobre mis caderas y atraer mi cintura hacia él. Los dos quedamos pegados y entonces comprendo lo que está buscando. 
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lunes, 23 de julio de 2012

{Capítulo 4}


-¿Quién es Daniel? –pregunta intentando seguir con la cabeza hacia delante para que el fotógrafo no le vea la cara.
-Cuando yo te haga una señal, ve hacia allí –señalo el parque con el pequeño pasillo. El callejón- tienes que separarte de mí antes de que Daniel te vea. Hazme caso. Nos vemos en unos minutos.

Seguimos andado hasta estar lo bastante cerca el callejón y de Daniel para que no sospeche. Miro a Justin una última vez y le hago la señal. El comienza a andar más rápido y se mete en el parque. Veo como se sube los pantalones. Sus bóxers vuelven a asomar a pesar de todo. Este chico no cambia.

-¡Daniel! –le llamo.

Al momento el chico viene hacia mí. Sonríe, pero su sonrisa desaparece cuando ve mi cara.


-¿Qué pasa Sweden? –se acerca.
-Mira hacia atrás –le indico- no tengo mucho tiempo. ¿Ves al fotógrafo que viene hacia aquí? –digo sin darme la vuelta.

-Si –contesta el.
-Necesito que te libres de el –le pido- lleva persiguiéndome todo el día.
-¿Qué? –parece enfadarse.
-Me está acosando. Creo que quiere sacarme fotos o algo así.
-Vale, vete, déjame a mí.
-Solo asústalo, Daniel. Nada más –le digo.
-Tranquila –dice, y sigue andando como si nada.

Intento andar deprisa y sigo los pasos de Justin, quien ya me espera dentro del callejón. Antes de entrar al parque, veo de reojo como Daniel se mete la mano al bolsillo y veo que saca una navaja. Se acerca al fotógrafo, que deja de mirar hacia mi para centrar su mirada en Daniel, que se acerca enfadado.  Antes de perderlos de vista puedo escuchar algo.

-¿Estas acosando a mi amiga? ¿Eh? –le corta el paso- ¿quieres que te mate? ¿Quieres? –A eso me refería con que no es uno de esos amigos a los que llevas a casa- déjala en paz, o te mato aquí mismo, viejo –pero es una buena persona, con quien quiere.
-Está bien, está bien, vale, tranquilo –dice el hombre asustado. Y veo que se aleja definitivamente.

Al entrar al callejón veo a un chico alto, con los pantalones caídos. Gafas y gorra. Es Justin. Me acerco y el sonríe al instante.

-Hola –dice dulce, y entonces me abraza.
-Cuanto tiempo –susurro entre sus brazos.
-Para mi si –me mira a los ojos. A pesar de que no hay mucha luz en ese pasillo, puedo ver cómo le brillan- ya te echaba de menos –y coge mi mano, entrelazando nuestros dedos de nuevo. Siento el calor.
-Yo también –le digo, y comenzamos a andar.
-¿Te has librado de el? –dice, obligado, aunque sé que eso no es lo que quería decirme.
-Si.

Al salir al callejón, nos quedamos parados. Ahora estamos más lejos de nuestro destino. Nos miramos durante un momento y el sigue con esa sonrisa en la cara que tanto me gusta.

-Podemos ir por allí –señalo- pero tardaremos más.
-No importa –dice dulce. Aprieta mi mano fuerte mientras se acerca a mí, y comenzamos a andar de nuevo.

Al llegar al parque, como suponía, está vacío. El césped lo cubre casi todo, excepto el gran camino de tierra que hay en el centro y que cruza todo el recinto. Justin sonríe al ver que gracias a dios, estamos solos.

-Qué bonito –dice.
-Si, lo es.

Vamos hacia el final, donde está más escondido gracias a los árboles, y nos acostamos sobre el césped. Justin aún sostiene mi mano.

-Creía que aquí no habían paparazzis –dice cuando nos acomodamos bajo el calor del sol y el césped fresco- en España, en este pequeño pueblo. Es raro.
-No era un paparazzi.
-Nos perseguía con una cámara. Era un paparazzi.
-Puede que solo le gustaras –sonrío- ¿has visto como te ha mirado?
-O puede que seas tú la que le gustaba. Eres más guapa –me devuelve la sonrisa picara.
-Yo no soy famosa.
-Yo tampoco –me mira- hoy no.

Nos acostamos mirando hacia arriba. Justin me acerca más a el y pasa su brazo por detrás de mi espalda para volver a posarla sobre mi cintura. Me abraza de nuevo haciendo que nuestros cuerpos se rocen.

-Me alegro de tenerte en mi vida –murmura.
-Yo también, aunque es una amistad algo difícil –intento sonreír, pero lo digo enserio.
-¿Por qué?  -me mira. Veo como el sol ilumina su cara.
-Por muchas razones.
-Dímelas –me anima.
-Tú eres famoso, yo no –le digo.
-Eso no es importante.
-Tú vives en California, yo en España.
-Puedo coger un avión cada vez que quiera verte, ya lo sabes.
-Si, pero algún día te cansaras de hacerlo y dejaremos de vernos –me duele al instante decirlo.
-Eso no va a pasar –dice serio.
-Justin –alzo la cabeza para mirarle a los ojos- puede que ahora los dos seamos amigos, pero dentro de un tiempo pasarán cosas. Puede que tu te canses, o puede que simplemente no puedas venir.
-Ya te he dicho que eso no va a pasar –insiste.
-¿Y cómo lo sabes?
-Porque lo nuestro no es solo una amistad –baja la vista y la posa sobre nuestras manos, que se entrelazan formando una sola.
-Lo sé –susurro, y vuelvo a apoyar mi cabeza sobre su pecho.
-Sabes que te quiero. Solo estoy esperando a que estemos preparados para poder estar juntos sin que nadie se nos eche encima –parece triste- ya has visto lo que ha pasado con el fotógrafo. No quiero meterte en esta vida. Es un asco.
-Me da igual tener que esconderme de las cámaras, Justin.
-A ti no te gusta la fama –mira al cielo- no quiero castigarte con ella.
-A ti tampoco te gusta –arranco un poco de césped del suelo- pero aún así sigues con tu vida.
-Porque te tengo a ti –asegura.
-No soy tan importante, Justin.
-Para mi si lo eres –busca mis ojos ahora- para mi eres mi válvula de escape. Eres en quien pienso cuando todo me sobrepasa, eres a quien acudo cuando estoy a punto de venirme abajo. Por ti.
-Ya lo sé –murmuro entre sus brazos, que ahora me aprietan con fuerza contra el.
-Pero todo eso me da igual –sonríe- yo quiero estar contigo.
-Yo también.

Todo parece perfecto. Ambos estamos juntos, aunque sea una vez al mes Justin siempre se escapa para verme. Sé que nuestra relación es complicada. Sé que muchas veces las relaciones a distancia no funcionan. Pero ambos luchamos por ello. Ambos estamos aquí, peleando.

Veo a alguien acercarse desde lejos. Alzo la cabeza para ver de quien se trata y me quedo helada al reconocerle.
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-NS.

sábado, 21 de julio de 2012

{Capítulo 3}.


Lo cierto es que es evidente que los dos nos atraemos. No hay nada más que vernos para saber que hay sentimientos. Los dos nos queremos, aunque sea de una forma diferente. Aunque la verdad es que a veces pienso que el también está enamorado de mi. A fin y al cabo, coge un avión para venir a verme ¿no?, deja lo que está haciendo para llamarme por teléfono a cualquier hora ¿no?, hay atracción física. Eso es evidente.

Entramos ahora en la última plaza que hay que atravesar para llegar a nuestro destino. Esta es la más grande del pueblo, ya que aquí está la iglesia. Frente a ella hay un parque. Veo a unos niños jugando en él, y me sorprende ver a bastante gente en la puerta de la iglesia. Veo entonces a varios fotógrafos que esperan parados frente a ella.
Hay una boda.


Justin me mira al darse cuenta de que uno de los fotógrafos nos está mirando fijamente mientras entramos en la plaza.

-Tranquilo –susurro- solo es una boda.
-Está bien –dice algo nervioso.

Seguimos andando y el hombre no nos quita la vista de encima. Es evidente que no puede ser quien está pensando que es. No aquí. No abrazando a una chica desconocida. Y entonces me doy cuenta. Entonces caigo en que todo lo que había imaginado era mentira. Justin no siente nada por mí, al menos no como lo que a mí me gustaría. Solo está abrazándome para que sea un poco más creíble su identidad. Chico normal abraza a chica normal. Novia normal, novio normal. Todo encaja. En ese momento siento ganas de deshacerme de su abrazo y alejarme unos pasos de él. Por alguna razón me ha sentado mal descubrirlo y ahora estoy dolida. Pero no me da tiempo a apartarme de él, porque él lo hace de mi. Se para en seco y se gira para quedar cara a cara conmigo. Veo que le da la espalda a alguien, el fotógrafo de acerca desde lejos. Ahora lo pillo.

-¿Qué hacemos? –dice con un tono histérico en su voz.
-Ven.

Cojo su mano y tiro de ella. Vamos hasta el borde de la plaza y me apoyo en una pared. Le atraigo hacia mí y hago que se acerque para intentar intimidar al fotógrafo. Al menos, si yo fuera el no me acercaría a unos jóvenes que están acaramelados en la esquina de una plaza. Significa que quieren intimidad.

Justin comprende mi acto y apoya sus brazos sobre la pared, extendiéndolos y dejándome a mí en medio de ellos. Acerca su cara a la mía y me mira fijamente como si de verdad fuera a darme un beso. Me pongo de puntillas con su aliento chocando contra mi cuello para mirar por encima de su hombro, y veo que el hombre sigue avanzando con su cámara hacia nosotros. Ese tipo no tiene sentido de la vergüenza. No molestes a dos novios que están a punto de besarse. No lo hagas.

-Viene –susurro.
-Mierda –dice, y noto su aliento contra mi cuello de nuevo. Está muy tenso. Nos van a pillar.

Sin pensar, meto mis manos por el interior de su chaqueta y las apoyo sobre sus costados. Comienzo a acariciarle y sonrío intentando hacer que se relaje.

-Tranquilo, Justin –subo mis manos más arriba.
-Va..vale –gimotea, y noto entonces que sus músculos se relajan por el contacto de mis manos contra su pecho.

Vuelvo a mirar por encima de sus hombros. Tengo que pensar en algo. No puede verle. Intento idear un plan pero el hombre está demasiado cerca. Faltan unos segundos hasta que se encuentre de lleno con Justin Bieber. No. No si no logra verle la cara. No si no le reconoce.

-No te des la vuelta –susurro precipitadamente sobre su oído, espero que me haga caso.

Me deshago nuevamente del peso de su cuerpo contra el mío y salgo de ahí como puedo, dejando a Justin de cara a la pared. Antes de que pueda llegar a él, me interpongo entre El fotógrafo y Justin y intento parecer lo más histérica posible.

-¡Que haces! –Grito lo más fuerte que puedo- ¿Quieres echarnos fotos a mi novio y a mí? –doy un paso adelante y el retrocede- ¿Eres un pervertido? –Avanzo- ¿Por qué nos persigues? ¿Crees que no me he dado cuenta? –Espero un momento, al ver que no responde continuo- Puedo ponerte una demanda por acoso, o por echarnos fotos sin permiso. ¿Has echado alguna foto? –Digo seria- contesta.
-N-no –tartamudea él, asombrado.
-Más te vale –le miro- y ahora vete de aquí.

En realidad tengo miedo. Intento parecer lo más segura que puedo pero en realidad estoy asustada. No quiero que vean a Justin. Significaría paparazzis aquí en cuestión de minutos. El hombre sigue mirándome asombrado sin saber qué hacer. Mira por encima de mi hombro hacia el chico que sigue de espaldas (o eso espero) detrás de mí. Vuelve a mirarme, y se va.

Me doy la vuelta lentamente y me acerco a Justin de nuevo. Cojo su mano y comenzamos a andar en dirección contraria a nuestro destino para evitar volver a cruzarnos con el fotógrafo.

-Impresionante –murmura mientras nos alejamos calle arriba- no conocía esa faceta tuya –sonríe.
-Si, bueno –contesto nerviosa.
-Me ha gustado la parte de “¿nos espías a mi novio y a mí?” –ríe.
-¿Por qué?
-Por lo de… -duda- por lo de novio.

Otro escalofrío. Soy idiota.

-¿Puedo preguntarte algo? –le miro fijamente.

El asiente.

-Desde que hemos salido de casa… -guardo silencio- lo de cogerme la mano y abrazarme –dudo de nuevo- ¿ha sido solo para que no supieran que eras tú? Es decir, para que pensaran que solo eras un chico con su novia paseando.
-¿Qué? –Dice sin comprenderlo, y después ríe- pues claro que no.

En ese momento pienso que soy la chica más idiota del mundo.

-Te he cogido la mano porque me gustas, ya lo sabes –en ese momento, se da cuenta de lo que ha dicho y sus mejillas se tornan de un rojo intenso- bueno, supongo… esto, es que… -es la primera vez que le veo así de nervioso- ya lo sabes.

Pienso durante un momento, pero no me salen las palabras.

-Y lo del abrazo… Sweden, ya sabes lo que pasa entre nosotros –sonríe ahora más seguro- ya sabes que me gustas. Lo siento si te has sentido incomoda o algo así –mete su mano en el bolsillo trasero de su pantalón- pero ha sido un impulso. No se –hace lo mismo con la otra mano- supongo que ha sido un impulso. Necesitaba hacerlo.
-Tranquilo –intervengo yo- es solo que pensaba que lo habías hecho por otra razón –sonrío- pero si es por eso… me alegro.

Los dos nos miramos durante unos segundos que parecen horas. El tiempo se para durante una fracción de segundo y solo le veo a él. Mirándome intensamente. Justin se acerca de nuevo a mí, ahora más seguro que nunca.

-¿Entonces puedo abrazarte de nuevo? –ahora parece tímido.
-Siempre que quieras.
-¿Y la mano? –sonríe.
-Siempre que quieras.
-Y… -Ahora se acerca más a mí, pero en ese momento centro mi atención en otra cosa y él se da cuenta.

Miro un momento hacia atrás para percatarme de que mis dudas eran ciertas. Me había parecido ver al fotógrafo siguiéndonos. Ahora sé que es verdad.

-Joder –murmuro.
-¿Qué pasa, Sweden? –dice el sin girar la cabeza.
-El fotógrafo, nos está siguiendo.

Veo como Justin dice algo entre dientes, pero no puedo lograr adivinar el que.

-Hay un callejón un poco más adelante. Está en un pequeño parque y da a otra calle desde la que solo se puede entrar dando toda la vuelta. -intento pensar- si logramos llegar a ese callejón le despistaremos.
-¿Cómo? Nos está persiguiendo. Se dará cuenta. –murmura.

En ese momento veo a Daniel. Un chico que me debe unos cuantos favores. Es un buen amigo, aunque no precisamente de esos a los que les presentas a tus padres. Lo bueno, es que la gente como él, sabe devolver favores y una vez que saben que pueden confiar en ti, te conviertes en su amigo para siempre. Te protegen.

-Daniel –susurro.

Justin me mira ahora intrigado.

-¿Quién es Daniel? –pregunta intentando seguir con la cabeza hacia delante para que el fotógrafo no le vea la cara.
-Cuando yo te haga una señal, ve hacia allí –señalo el parque con el pequeño pasillo. El callejón- tienes que separarte de mí antes de que Daniel te vea. Hazme caso. Nos vemos en unos minutos.

Seguimos andado hasta estar lo bastante cerca el callejón y de Daniel para que no sospeche. Miro a Justin una última vez y le hago la señal. El comienza a andar más rápido y se mete en el parque. Veo como se sube los pantalones. Sus bóxers vuelven a asomar a pesar de todo. Este chico no cambia.

-¡Daniel! –le llamo.

Al momento el chico viene hacia mí. Sonríe, pero su sonrisa desaparece cuando ve mi cara.
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{Holis holis holis. Solo quería deciros que no esperaba tener tantas lectoras en una novela short como esta, y por ello he decidido hacerla más larga. Ya no será un short, sino un long. Vale, no. Lo que quiero decir es que he estado trabajando en nuevas ideas y he aumentado bastante esta novela, por el momento calculo que quedará en unos 40 o 50 capítulos, o puede que más. 
Gracias por leer.
PD: Si no tengo un minimo de siguientes no subiré el próximo capítulo, por lo que las que leen la novela desde twitter, podéis pedirme siguiente ahí y yo os RT, las que lo hacéis desde tuenti, como siempre.. por comentario}.

TUENTI: Nuria Someday.
TWITTER: @nuriasomeday.
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jueves, 19 de julio de 2012

{Capítulo 2}


-Cree que somos amigos –le digo- pero ya le he dicho que no somos nada.
-Más le vale mantenerse alejado –me mira intensamente- y bien –de repente su expresión cambia y como si quisiera eliminar la tensión que se ha creado por momentos, sonríe sin mas- ¿Dónde vas a llevarme hoy?
-Ya sabes que aquí no hay mucho que ver –sonrío ante su cálida voz- podemos pasear.
-Pasear –repite- me encanta pasear.

Subo a mi habitación y meto el móvil en el bolso. Antes de cerrar el portátil veo que en  twitter hay cuatro interacciones nuevas. Las leo.

“Me encantan los días como hoy, me encanta ver lo que hoy voy a ver”.
“Prepárate, ya estoy aquí”
“Hoy el sol está brillando, porque si no, sería de noche”.

Veo el último, un rettweet de una fan.
 “Es muy gracioso cuando a @justinbieber se le caen los pantalones en plena actuación, el es sexy”.

Bajo abajo y espero a que vuelva, Justin ha ido a meter el coche en la parte de atrás. No quiere que nadie sepa dónde está.

Cuando vuelve sonríe y se gira para coger su teléfono, que reposaba sobre la mesa. Se inclina y veo que sus bóxers negros asoman por encima de sus pantalones. Me río al recordar el tweet de esa fan, y después le miro.

-Voy a regalarte un cinturón –cruzo los brazos.
-Se que te gusta –bufa- y a mis fans también.
-Se que a ti también te gusta que todos vean tu trasero mientras actúas, es “divertido” –río, el no se lo espera”.
-¿Has visto el video? –se sonroja.
-He visto un tweet –suspira aliviado- pero pienso buscarlo cuando llegue a casa.

Tras una pequeña discusión sobre donde debe colocarse los pantalones, salimos a la calle y él se coloca su gorra negra de los yankees.

-A juego con los bóxers –río.
-A juego con los bóxers –repite divertido.

Nos dirigimos hacia un parque en el que no hay mucha gente, pero para eso tenemos que atravesar la mayor parte del pueblo. Ese parque está a las afueras.
Cuando entramos en una calle donde varias mujeres charlan con su cesta de la compra en la mano, Justin se coloca sus gafas de sol y se pone la capucha de la chaqueta sobre la gorra, tapando la mayor parte de su cara.

-Pareces un delincuente –me río.
-No lo creo –sonríe.

Justin se acerca a mí, y noto como acaricia mi mano antes de agarrarla. Yo le miro y veo como su sonrisa casi brilla bajo el sol. En ese momento comienzo a ponerme nerviosa. No sé qué hacer. Justin ha cogido mi mano y está esperando una respuesta. No sé lo que eso significa. Puede que para él solo sea una señal de amistad. Sweden, eres imbécil. Haz algo. Levanto la vista para encontrarme con sus ojos, y sonrío tímida mientras acepto su mano y la estrecho un poco más contra la mía. El hace más amplia su sonrisa, y por un momento creo ver el rubor en sus mejillas. ¿Sentirá en estos momentos, al igual que yo, mariposas en el estómago? Vuelvo a mirarle y veo que su sonrisa no ha desaparecido aunque ahora mira hacia delante.

Se acerca un poco más a mí y entonces entrelaza sus dedos con los míos. Ahora comprendo que eso no es una señal de amistad. No, eso significa algo más. Unos dedos entrelazados significan unión. Amor. ¿No es cierto?

Miro hacia las señoras que hablan inocentemente sobre lo que hoy harán de comer, sin pararse a pensar que Justin Bieber sostiene mi mano. Una de ellas me devuelve la mirada y después la posa sobre nuestras manos. Sonríe y después vuelve a la conversación con sus fieles amigas. Imagino entonces como verá ella nuestra imagen. Dos jóvenes andando cogidos de la mano. Seguro que piensa que estamos enamorados. Y así es, al menos… yo si.

Entramos en una calle en la que ya no hay tanta gente. En realidad estamos solos sin contar a los dos ancianos que hablan animadamente en la puerta de un estanco y otro de ellos que toma el sol sentado en un banco y mirando al cielo, con sus gafas de sol y su gorra estropeada. Pienso en si Justin será como él cuando crezca, si seguirá llevando las gorras que ahora lleva. Le miro y veo que se ha desprendido de las gafas y la capucha. Gira su cabeza y sonríe al ver que le estoy observando.

-Me encanta esto –murmura.
-¿Poder pasear por una calle sin que la gente se te eche encima?
-Bueno… -duda un momento- eso está bien –sonríe- pero me refería a coger tu mano.

Y de nuevo comienzan a temblarme las piernas. Me pregunto si para el esto será un juego o de verdad sentirá algo al sostener mi mano. Le miro a los ojos y veo que ahora brillan. Creo que el también siente algo, pero no se el que.

-Te invito a un helado –dice rompiendo el silencio que se ha formado durante un momento.
-Trato hecho –le tiendo la mano que me queda libre para sellarlo.
-No hemos hecho ningún trato –mira mi mano.
-Pues lo hacemos ahora –pienso durante un momento- dejo que me invites a un helado si tú dejas que te compre un cinturón –río triunfante.
-No hay trato –dice el.
-Pues no dejo que me compres un helado –dejo caer la mano que antes había tendido para que el la estrechara.
-Vale.

A pesar de que me he negado a que lo haga, al llegar a una heladería, sin preguntármelo, vuelve a ponerse las gafas y la capucha y tira de nuestras manos, que siguen entrelazadas con fuerza. Intento resistirme pero él es más fuerte. Al entrar la chica nos mira primero a ambos, y después fija su mirada en el. Parece dudar durante unos segundos, pero después sacude la cabeza y mira hacia el interior de la vitrina en la que están los helados.

Yo suelto mi mano en señal de enfado, e inmediatamente me arrepiento. El me mira y yo intento parecer cabreada, pero creo que no funciona. Mete la mano que antes sujetaba la mía en el bolsillo y saca su cartera.

-Dos helados de chocolate, por favor y gracias –le sonríe a la camarera.

Parece que esta se ha quedado durante un momento embobada con la sonrisa del chico que me acompaña. Es normal, suele causar esa sensación. Ella vuelve a mirarlo y como si se diera cuenta de repente de que es demasiado obvio que le escruta, fija su mirada en el cristal y comienza a servirnos los helados. Sé que en su interior está pensando “Este chico me recuerda a alguien, tiene que ser… si, se parece a él, pero no puede ser, el no puede estar en España, no”.
La mujer le tiende los dos helados a Justin y este los coge, poniendo en su lugar unos billetes.

-Quédese con el cambio –dice simpático, y sale a la calle.

Resignada voy tras él y le acompaño mientras anda, no quiero mirarle, porque se que si lo hago mi enfado desaparecerá por completo. Veo por el rabillo del ojo que se acerca más a mí tendiéndome el helado. Le ignoro.

-Vamos –murmura tierno- no seas así.

Sigo sin decir nada.

-Perdóname –susurra en mi oído acercando su cara.

Un escalofrío me recorre de los pies a la cabeza al notar sus labios tan cerca, pero me controlo. Le miro. El enfado es historia. El sonríe, yo sonrío.

-Vale –digo seca, y cojo el helado.
-Gracias –su sonrisa se hace más amplia.

Andamos por las calles tranquilos, porque sabemos que aunque la gente imagine que ese chico que anda junto a mi es quien es, no lo cree. Ya que el no puede estar aquí. Es imposible.
Entramos a otra calle peatonal, hay árboles a ambos lados de la calle y el suelo está asfaltado con una fresca roca que cubre todo el trayecto hasta la próxima plaza. Es casi primavera y las flores están empezando a florecer a los pies de los arboles. Estoy concentrada en mi helado de chocolate cuando noto que una mano sujeta mi cadera.

Justin ha vuelto a sorprenderme. Ahora nuestros cuerpos están tan pegados que se rozan al andar. Puedo escuchar su respiración. Ahora ha rodeado mi espalda con su brazo, posando su mano sobre mi cintura. Como hacen los novios. Como hacen los enamorados. Le miro y vuelve a sonreír. Esta vez yo también sonrió sin pensarlo dos veces. Noto el calor de Justin directamente contra mi piel. Me gusta.

Lo cierto es que es evidente que los dos nos atraemos. No hay nada más que vernos para saber que hay sentimientos. Los dos nos queremos, aunque sea de una forma diferente. Aunque la verdad es que a veces pienso que el también está enamorado de mi. A fin y al cabo, coge un avión para venir a verme ¿no?, deja lo que está haciendo para llamarme por teléfono a cualquier hora ¿no?, hay atracción física. Eso es evidente.
Entramos ahora en la última plaza que hay que atravesar para llegar a nuestro destino. Esta es la más grande del pueblo, ya que aquí está la iglesia. Frente a ella hay un parque. Veo a unos niños jugando en él, y me sorprende ver a bastante gente en la puerta de la iglesia. Veo entonces a varios fotógrafos que esperan parados frente a ella.

Hay una boda.
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{Capítulo 1}


Esta mañana me he levantado sabiendo que hoy va a ser un buen día. Me he levantado con una sonrisa en la cara porque sé que una vez más voy a verle. Hoy voy a ver a mi amigo, a Justin. Le echo de menos.

Me levanto y voy directamente al baño, enciendo la luz y me miro al espejo. Hoy tengo buena cara. Menos mal. Salgo y miro el reloj. Faltan dos horas. Me meto en la ducha y dejo que el agua caliente corra sobre mis hombros relajándolos. Hoy va a ser un día interesante, pero también agitado. Justin Bieber está en la ciudad, y siento que tengo que protegerlo. Tengo que camuflarlo como a uno de esos bichos de los arboles, o al menos intentar que nadie le vea. No es difícil, ya que este es un pueblo pequeño y perdido. Casi todos los habitantes son mayores y los demás, bueno… no están muy puestos en cuanto a la música y esas cosas. 

A pesar de ello, Justin Bieber es conocido en todo el mundo. Hay que tener cuidado.

Rompo mis pensamientos y decido salir de la ducha. Después de buscar por todo mi armario, decido ponerme unos shorts ajustados y una camiseta de encaje con tirantes sencilla. Dejo que mi pelo se seque al aire, lo tengo largo y castaño. Y me maquillo, pero muy poco. Odio parecer una puerta.
Limpio mi habitación y bajo al salón para percatarme de que mis padres ya no están en casa. Si hay algo que me gusta y a la vez detesto de mi familia, es que solo pasan en casa unas diez horas, de las cuales ocho están durmiendo.

Vuelvo arriba y meto en mi bolso la cartera, unas gafas de sol y unas cuantas cosas más que presiento que hoy voy a necesitar. Me siento sobre la cama y abro el portátil. Espero unos diez minutos a que se caliente. Este trasto da pena. Mea cuerdo de que Justin me ha dicho unas mil veces que quiere comprarme un portátil nuevo, pero yo no le dejo.

 Cuando se enciende me meto a twitter.
 “Hoy va a ser un buen día”,
 “¿Preparado, súper estrella?”,
 “te estás retrasando, otra vez".

 Mi móvil vibra sobre la cama, tengo un mensaje de Justin.
 “Lo siento, llegaré en cinco minutos”.

En ese momento comienza a dolerme el estómago y entonces me acuerdo de que no he desayunado. Hago unos cálculos para intentar averiguar si me da tiempo a preparar algo antes de que él llegue. Suena el timbre y pienso “no, no me da tiempo, no”.

Bajo al salón lo más deprisa que puedo y me arreglo un mechón de pelo antes de abrir la puerta. Cojo aire y abro. Ahí está. Más guapo que nunca, más alto y más sexi. Me mira sonriente esperando mi reacción. A pesar de que llevo enamorada de el casi un año, nunca se lo he dicho. Siento que todo desaparecería entre nosotros.

-Oh dios –me llevo las manos a la cabeza- ¿E-e-eres Justin Bieber? –ahogo un grito de excitación- ¿Justin Bieber está en mi casa? –comienzo a dar saltitos sobre mi- ¡Oh dios, es Justin Bieber! ¡No me lo puedo creer!

El me mira sin decir nada, guarda silencio durante unos minutos y entonces sonríe.

-Déjate de tonterías, creo que me ha seguido un paparazzi –susurra- tengo la impresión de que ellos te espían.

Los dos reímos y entonces le dejo pasar.

-¿Has venido en tu coche? –digo mientras me dirijo a la cocina.
-Si –contesta el detrás de mi.
-¿Scooter sabe que has venido? –pregunto.
-No –dice seco.
-¿Y tu madre? –insisto.
-Si.

Le miro un momento para percatarme de que está frente a mi, serio y con los brazos sobre el pecho.
-¿Qué te pasa? ¿superestrella? –adopto su misma posición.
-No me has saludado.

Pienso durante un momento y me acuerdo de que, efectivamente, no le he dado un abrazo.

-Quería que fuera intimo –pongo cara pícara.
-Si, claro –bufa.

Sin decir nada más me acerco a el lentamente. Veo que al principio se resiste pero a medida que avanzo abre sus brazos y una sonrisa aparece en la cara.  Los dos nos fundimos en un intenso y largo abrazo. Me pego un poco más a el y noto que su respiración se agita. Le echaba de menos.

-Cada día estas más guapa –dice finalmente cuando nos separamos.
-Habló el chico más feo de Canadá.
-Bueno, tomo mucho el sol –ríe.


Nos sentamos en el sofá y comienzo a mirarle fijamente. Pongo la televisión y su nuevo videoclip sale en MTV, nos miramos y después sonrío.

-Sales muy guapo ahí –le miro- aunque un poco descoordinados esos pasos de baile, y tu pelo demasiado puntiagudo. ¿Y esa pose? Eres un chulito.
-Eh, eh, eh –me frena- creía que te gustaba –ríe.
-Y me gusta.
-Tu también a mi –dice pícaro.
-Ya –me levanto intentando que no se fije en que me he puesto nerviosa de repente- ¿tienes hambre?
-La verdad es que si –se lleva la mano a la barriga- me obligas a coger un avión desde California y no me ofreces nada de desayunar.

Ignoro su último comentario, aunque en realidad me gusta. Voy a la cocina y preparo el desayuno para los dos. Hablamos de cómo va todo, excepto de su trabajo. Intento no sacar mucho el tema, ya que se que le agobia. Me dice que solo su madre sabe que está aquí y que Scooter le montará una buena por haberse ido sin decir nada.

-Pero es tu semana libre –digo mientras doy un sorbo a mi café.
-Si, por eso estoy aquí –se burla- pero a Scooter no le gusta que viaje sin decirle nada. Incluso intentó quitarme el pasaporte –ríe- pero eso no funcionó.
-Si, porque estás aquí –río imitándole.

Justin me hace preparar una cafetera más. Abro otro paquete de galletas y se las paso. Es increíble cómo puede comer tanto y estar tan…

-Y bueno –sonríe- ¿Qué cuentas tu?
-Nada del otro mundo.
-El otro día, por teléfono me dijiste algo sobre Scott –se pone serio- ¿Qué le pasa a ese idiota ahora?
-Nada, puede que solo sean cosas mías, pero últimamente le veo demasiado –yo tambien me pongo seria- es como si por casualidad siempre estuviera ahí. Está ahí cuando voy a comprar el pan, cuando vuelvo a casa por la noche, cuando salgo por la mañana. –un escalofrío me llena de repente- es siniestro.
-Es un estúpido –ahora Justin parece molesto- dile a tu ex novio que si no deja de acosarte tendré que acosarle yo a el.
-Déjale, es igual –intento quitarle importancia.
-Sweden –ahora su voz parece haber bajado una octava- salisteis hace dos años y sigue detrás de ti.
-Cree que somos amigos –le digo- pero ya le he dicho que no somos nada.
-Más le vale mantenerse alejado –me mira intensamente- y bien –de repente su expresión cambia y como si quisiera eliminar la tensión que se ha creado por momentos, sonríe sin mas- ¿Dónde vas a llevarme hoy?
-Ya sabes que aquí no hay mucho que ver –sonrío ante su cálida voz- podemos pasear.
-Pasear –repite- me encanta pasear.
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